Ir al contenido Pasar al consentimiento de las cookies
Ir al contenido

Ser la «voz incómoda»

Un blog acerca de la necesidad y la molestia de ser "la voz incómoda" la voz del profeta que nos sacude

Escrito por Richard Serrano | 01 dic. 2022

Una estatua de la Diosa de la Justicia en las afueras de un edificio en Jos, Nigeria

Una estatua sobre el tema de la justicia en Jos, Nigeria. Foto: Steve Goddard/Tearfund

«Pero el Señor me dijo: “No digas: ‘Soy muy joven’, porque vas a ir adondequiera que yo te envíe, y vas a decir todo lo que yo te ordene. No le temas a nadie, que yo estoy contigo para librarte”. Lo afirma el Señor. Luego extendió el Señor la mano y, tocándome la boca, me dijo: “He puesto en tu boca mis palabras.”» (Jeremías 1:7-9).

«¡Levanta la voz por los que no tienen voz!
    ¡Defiende los derechos de los desposeídos!
¡Levanta la voz, y hazles justicia!
    ¡Defiende a los pobres y necesitados!» (Proverbios 31:8-9).

Más que solo sonidos

No estoy pensando en el tono o color de los sonidos, por cierto. Aunque algunas personas no logren emitirlos, también tienen sus voces que merecen ser tomadas en cuenta. 

Me refiero a la presencia digna en el lugar y tiempo adecuados, a la valentía y coherencia de nuestras opiniones, a la responsabilidad de saber decir y hacer lo correcto y cuando corresponde, aunque no sea lo más popular.

A la mayoría, en algún momento, puede que nos haya tocado tener que ser la «voz incómoda» en diferentes ámbitos. Usualmente, es incómodo oír o decir ciertas cosas. Pero lo incómodo tiene que ser redimensionado por lo justo, necesario y conveniente.

De entrada, me gustaría aclarar que no hago una apología a la impertinencia, la falta de tacto o la chabacanería. La Biblia abunda en el rechazo a tales necedades y en el encomio de la palabra sabia o con gracia, incluso del silencio oportuno. La Biblia también promueve el valor de la coherencia entre lo que se dice (profesa) y se hace (Santiago 1:22-27).

¿Por qué incomoda?

La voz de un ser querido a veces puede sonar incómoda, porque lo que dice, por bueno que parezca, no agrada; al menos no de entrada. Puede incomodar la voz de la maestra, del jefe, del novio, de la esposa, del amigo, del hermano, del compañero de trabajo o del ministerio cristiano. ¡Puede incomodarnos incluso la voz de Dios! (Génesis 3:10-11).

Muchas veces, la incomodidad se debe a la percepción de quien la emite; también a que desnuda nuestros complejos, carencias y demás procesos humanos y espirituales no elaborados (personalizar, suponer, no distinguir entre opiniones y personas, soberbia y similares).

No; no es tanto el dedo, sino la herida nuestra lo que genera en nosotros y nosotras la incomodidad. Algo similar le ocurre a quien le incomoda o cuesta hablar lo que tiene que decir.

Muchas de nuestras incomodidades tienen que ver con nuestros patrones culturales, con nuestras experiencias y antecedentes, o con un esquema teológico. Nos incomoda lo distinto, lo que nos mueve las referencias, lo que nos saca de nuestra zona de confort. A veces, nos incomoda también aquello que amenaza nuestro sentido de dignidad, seguridad o poder.

La utilidad de una voz incómoda

Una vez Dios le propuso a un profeta la genial idea de hablar a una gente que no iba a escuchar (Ezequiel 2:5; 33:33). ¡Quién quiere cantar o hablar ante un público indiferente! A veces toca, y por varias razones.

  • La voz incómoda puede servir como testimonio del carácter y la voluntad de Dios ante un momento o situación planteada, para que «sea tenido por justo» en ello (Salmos 51:4). 
  • La voz incómoda puede librar a una comunidad de peligros que no han sido considerados. La voz incómoda puede llamar de vuelta a los propósitos divinos.
  • La voz incómoda puede enriquecer un proceso formativo o disruptivo (Hechos 10; 15). 
  • La voz incómoda puede, incluso, ser una manera de expresar amor (Hebreos 12:6-7; Proverbios 9:8).

Así que ni soberbia ni cobardía, porque «no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de amor, poder y dominio propio» (2 Timoteo 1:7).

¡Bendita incomodidad!

La labor del Espíritu puede tornarse incómoda, cuando nos muestra nuestros pecados e injusticias, busca convencernos y llevarnos a glorificar a Cristo con todo nuestro ser, hacer y decir.

Como a Pablo, ¿a quién no le resulta incómodo tener que hacer o decir lo que no quiere, o dejar de hacer o decir lo que sí quiere? Con todo, ¡es preferible vivir incomodados, que sobrevivir acomodados! ¡Bendita incomodidad que nos alinea con el Reino de Dios y su justicia!

Pienso hoy en tantas personas que tienen que hacer de «voces incómodas» en sus familias, trabajos, círculos de amigos, iglesias, ministerios, arena pública y demás. Dios les dé sabiduría para saber cuándo callar, discernimiento y valor para saber cuándo y cómo hablar, pase lo que pase, especialmente sabiendo que lo hacen «como para el Señor» (Colosenses 3:17).

Pienso en la incomodidad que significó para Mandela, Luther King, Teresa de Calcuta y otros tantos asumir lo que asumieron por el bien de los demás. Pienso en la incomodidad de tener que hablar de ciertos temas, encarar ciertas problemáticas, denunciar determinadas injusticias y hacer las propuestas que el momento reclama. ¿Experimentamos o asumimos los costos de esa incomodidad?

 

Oración

Pensemos en las incomodidades inevitables por tener que cumplir nuestra labor como gente de fe al servicio de la justicia, la respuesta humanitaria y el desarrollo integral de personas, familias y pueblos golpeados por la pobreza y otras tantas violencias… Oremos en consecuencia.

Escrito por

Escrito por  Richard Serrano

Richard es Gerente del equipo de Teología y Trabajo en Redes en la región de América Latina y el Caribe.

Comentarios

Añada un comentario

Leer comentarios

Contenido con etiquetas similares

Comparta este blog

Si este blog le ha parecido útil, compártalo con otras personas para que ellas también puedan beneficiarse

Reciba nuestras actualizaciones del blog

Suscríbase para que reciba las actualizaciones por correo electrónico cuando publiquemos artículos nuevos como este, que exploran la teología que sustenta nuestro trabajo.

Suscríbase ahora - Reciba nuestras actualizaciones del blog

Preferencias de cookies

Su privacidad y tranquilidad son importantes para nosotros. Asumimos el compromiso de proteger la seguridad de sus datos. Solo recopilamos sus datos para fines específicos y una vez que ese fin se ha alcanzado, ya no seguiremos almacenando sus datos.

Para más información, incluyendo una lista completa de las cookies que utilizamos, vea nuestra Política de Privacidad.

  • Estas cookies son necesarias para el funcionamiento del sitio web y no pueden desactivarse en nuestros sistemas.

  • Estas cookies nos permiten medir y mejorar el rendimiento de nuestro sitio. Toda la información recopilada por estas cookies es anónima.

  • Permiten una experiencia más personalizada. Por ejemplo, pueden recordar la región en la que está, además de su configuración de accesibilidad.

  • Estas cookies nos ayudan a personalizar nuestra publicidad en respuesta a sus preferencias y nos permiten medir la efectividad de nuestras campañas.