Prácticamente no hay enseñanza directa en la Biblia sobre el saneamiento excepto algunos versos en Deuteronomio 23:12-13. Por ejemplo:
‘Señalarás un lugar fuera del campamento a donde vayas a hacer tus necesidades naturales, llevando un palo puntiagudo en el cinto, con el cual harás un hoyo, cubriendo después el excremento con la tierra sacada.’
El citado versículo nos dice cómo esta orden fue dada para mantener el campamento santo pero esta práctica lleva también a mantener el campamento saludable.
Cubrir o enterrar el excremento es la medida más sencilla de toda higiene; pero haber encontrado un lugar que no hubiera sido usado antes cuando tantos Israelitas acampaban en el mismo sitio, por mucho tiempo, debió haber sido muy difícil. ¡Sólo imaginemos un campo de refugiados hoy en día!. La privacidad, cosa que buscaba Saúl cuando iba a una cueva a hacer sus necesidades (2 Samuel 24:3) también debió ser algo muy difícil de encontrar.
Aunque el vínculo entre excremento e infecciones y enfermedad fué probablemente desconocido entre los Israelitas, sus pareceres y opiniones sobre ‘lo sucio, lo inmundo’ probablemente los hicieron cuidadosos para evitar contacto con material fecal.
En la parábola simbólica sobre la toma de Jerusalén, Ezequiel se opone a la sugerencia que le hace el Señor de cocer el pan que se va a comer utilizando excremento como combustible. El Señor le permitió usar estiércol de bueyes. (Ezequiel 4:9-15). El deseo de una limpieza ceremonial era muy importante entre los judíos en la época de Jesús, como explica San Marcos 7:3-4. Aunque el rito de lavarse las manos a menudo, antes de comer, lo hacían como ceremonia, esto ayudó a prevenir la propagación de infecciones y enfermedades.
TEMAS
1 San Pablo nos enseña que el cuerpo de todo cristiano es ‘el templo del Espíritu Santo’ (1 Corintios 6:19). Así mismo él supone en Efesios 5:29 que todos cuidamos nuestros cuerpos: ‘Ciertamente que nadie aborreció jamás a su propia carne.’ ¿Muestran nuestras reglas de sanidad y de higiene personal que sí cuidamos de nuestros cuerpos? o ¿puede ser que nuestra forma de vida nos esté afectando la salud, y no sólo la nuestra sino la de nuestra comunidad?
2 Jesús dice que el segundo mandamiento es ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’ (San Mateo 22:39) ¿Estamos haciendo sufrir enfermedades a los demás al no practicar las reglas básicas de sanidad e higiene en nuestra casa y alrededores?
3 San Lucas, médico (Colosenses 4:14), escribe en su evangelio cómo Jesús da misión y poder a sus apóstoles para que, entre muchas cosas, den salud y curen a los enfermos (San Lucas 9:2 y 10:9). ¿Podríamos entonces pensar que todo lo que hacemos para evitar que los demás se enfermen agrada a Dios?
Brian Skinner ha trabajado en Uganda durante varios años con Water Aid.