La violencia sexual y de género es una pandemia global que puede afectar a hombres, mujeres, niños y niñas. Sin embargo, suele ser infligida principalmente por los hombres contra las mujeres y las niñas.
La violencia sexual y de género ocurre en todo el mundo y se da de diferentes formas, ninguna de las cuales es aceptable. 1 de cada 3 mujeres ha sido objeto de algún tipo de violencia sexual y de género en su vida. La causa principal de la violencia contra las mujeres y las niñas es la desigualdad de género, que hace que las mujeres y las niñas sean menos valoradas que los hombres y los niños.
Tearfund ha estado trabajando con sobrevivientes de violencia sexual durante más de diez años, y en 2017 trabajamos con sobrevivientes para producir un informe de investigación llamado Are we listening to survivors? [¿Estamos escuchando a las personas sobrevivientes?]. Esta investigación nos ayudó a entender sus experiencias únicas y las formas más apropiadas de brindar apoyo.
Estas mujeres y niñas se sentían frustradas por la responsabilidad que se les imponía de poner fin a la violencia sexual y de género. Ellas nos dijeron que los hombres y los niños varones deben ser parte de la solución y asumir la responsabilidad de sus acciones. Pedían que los líderes de fe se convirtieran en aliados que presten su apoyo desde el púlpito y con acciones visibles, para eliminar la estigmatización y permitirles sanar dentro de su comunidad de fe.
Junto con las personas sobrevivientes, Tearfund ha desarrollado el enfoque «Transformando Masculinidades». «Transformando Masculinidades» es un proceso participativo, inclusivo y reflexivo a nivel comunitario que involucra a hombres y niños junto con mujeres y niñas. Su objetivo es poner fin a la violencia sexual y de género cambiando las normas sociales y de género dañinas que perpetúan la violencia contra las mujeres y las niñas. Su objetivo es crear nuevas normas positivas que fomenten la igualdad. Las normas sociales son las reglas no escritas de lo que las personas esperan que hagan los demás en sus comunidades, o lo que las personas creen que los demás están haciendo, ya sea que lo hagan o no.
«Transformando Masculinidades» trabaja con comunidades de fe como los principales agentes de cambio positivo. Estas comunidades pueden desempeñar un papel importante en el abordaje de la violencia sexual y de género, pero a menudo se las pasa por alto o se las hace a un lado.
Quizá todos nosotros hayamos tenido parte en la perpetuación y observación pasiva de la violencia. Todas las personas necesitamos ser transformadas,
y en las comunidades de fe el proceso comienza con las personas líderes de fe, quienes tienen un grado de influencia considerable a través del cual pueden moldear las normas sociales existentes.
Las personas líderes de fe reciben una capacitación completa respecto a este enfoque y reciben apoyo a lo largo de su propio peregrinaje de transformación. A su vez, estas personas difunden el mensaje en sus comunidades a través de sermones con contenido positivo y sirviendo de modelos a seguir de cómo deben ser un hombre o una mujer. Dichos modelos valoran tanto a hombres como mujeres por igual. Estos líderes de fe también escogen a un hombre y a una mujer de su comunidad para que se conviertan en «personas facilitadoras de relaciones transformadas», a quienes se les da la misma capacitación. Luego, dirigen pequeños grupos de discusión participativos en su comunidad, llamados «diálogos comunitarios».
Los diálogos comunitarios son espacios transformadores donde hombres y mujeres pueden reflexionar acerca de sus comunidades y familias y, lo más importante, sobre sus propias creencias, actitudes y comportamientos. Cada diálogo tiene una duración de seis semanas, con una sesión de dos horas cada semana. Las primeras cinco semanas se reúnen en grupos de un solo sexo, y la última semana se reúnen mujeres y hombres para imaginar su comunidad libre de violencia y abuso.
Los participantes de los diálogos comunitarios a menudo quieren compartir sus historias de cambio para contarles a otros cómo es que sus familias se han vuelto más fuertes, la forma en que se está poniendo fin a la violencia y cómo las mujeres y los hombres están creciendo juntos. Estos miembros cuentan con el apoyo de las personas facilitadoras de relaciones transformadas y de líderes de fe para compartir sus historias y mensajes en la comunidad en general. Estas personas comparten sus testimonios en la iglesia, en cenas o en eventos deportivos. Al compartir, más personas pueden optar por la adopción de comportamientos y actitudes que apoyen la igualdad. Esto conduce a un cambio en las normas y en los comportamientos a nivel comunitario.
Algunos contextos tienen problemas específicos o formas específicas de violencia sexual y de género que requieren de una conversación más profunda. Cuando las comunidades identifican las necesidades específicas, es posible adaptar el enfoque para abordar el problema planteado por la comunidad. Por ejemplo, en Malí y Chad hay tasas muy altas de mutilación o ablación genital femenina. Para ayudar a ponerle fin, Tearfund, sus organizaciones socias y las sobrevivientes adaptaron el contenido para incluir un enfoque sobre este tema en las capacitaciones y en los diálogos comunitarios.
En otros contextos, la toma de decisiones sobre la planificación familiar ha sido el centro de atención, así como la autonomía económica de las mujeres y la educación de las niñas. Tearfund reconoce que, aunque tanto los hombres como las mujeres se ven afectados por la violencia sexual y de género, las mujeres y las niñas son las más afectadas. De manera abrumadoramente mayoritaria, son los hombres los que cometen actos de violencia contra las mujeres y las niñas, y es fundamental que los hombres se transformen para ser parte de la solución.
Está comprobado que el programa «Transformando Masculinidades» ayuda a disminuir los índices de violencia y que también permite que las comunidades de mujeres y hombres prosperen por igual y todos/as juntos/as. Hay una solución, y cada uno de nosotros debe ser parte de ella.