… pero lo pequeño y silencioso de la levadura, no:
- Las malas ideas y actitudes, por pequeñas que sean, no dejan de ser altamente corruptas (Gálatas 5:1-15);
- hay una “vieja levadura” -vida de bochornosa inmoralidad- que debe dar paso a…
- … una “nueva masa en Cristo”, sin levadura -sinceridad y verdad (I Corintios 15:8).
Con todo, Jesús opta por lo sencillo
Jesús, mediante la imagen de la levadura, nos recuerda el potencial de lo pequeño e insignificante.
Así como la levadura fermenta, en silencio, el evangelio busca influir y transformar. No debemos esperar, pasivamente, sólo las grandes intervenciones directas de Dios, eludiendo así nuestras pequeñas participaciones en su nombre.
En ocasiones, la acción silenciosa y contundente de los seguidores de Jesús, viviendo decididamente su fe en todo lugar y en todo tiempo, puede más que las estructuras soberbias de los corruptos.
¿Creemos eso?
Como organización, nos hemos propuesto trabajar la influencia en nuestros modelos de gestión y procesos. ¿Cómo influir positivamente en medio de tanta corrupción?
La corrupción y la injusticia, y sus tentáculos, se plantan ante nosotros con insolencia. ¿De qué sirven nuestros pequeños atributos? ¿Qué posibilidad tenemos ante los gigantes del mal? Ante tanta maldad, nos sentimos desanimados. Incluso creemos que es muy poco lo que podemos hacer. ¡Error! ¿Recuerdan al muchacho, pastor de ovejas, a quien le bastó una piedra para derribar un gigante temible?
La transformación necesaria y posible
La enseñanza bíblica y el ejemplo de Jesús nos hacen ver que la transformación es tan necesaria como posible. La transformación puede y debe darse a partir de pequeños gestos, actitudes, acciones y compromisos.
Soñemos y trabajemos, pues, con ver a comunidades basadas en la fe involucradas en un movimiento efectivo de doble vía: lucha contra la corrupción y promoción de la justicia y la integridad. Nuestro mundo requiere de la buena levadura del evangelio, y esa es la voluntad de nuestro Padre. ¿Lo vemos nosotros así?