Susan Parajuli
Para la organización United Mission to Nepal (UMN), la justicia de género siempre ha sido una prioridad. Nosotros consideramos que los hombres y las mujeres son como las dos ruedas de una carreta. Cuando comenzamos un nuevo proyecto de seguridad alimentaria en 2016, nos dimos cuenta de que, para lograr la transformación de la comunidad, debíamos empezar por abordar la justicia de género en el ámbito de cada hogar individual.
la preparación del terreno
Iniciamos nuestro trabajo por medio de una investigación sobre las causas de la discriminación entre los hombres y las mujeres en la comunidad local, y concluimos que la propiedad de la tierra era un aspecto clave. En Nepal, a pesar de que el 72,8 por ciento de las mujeres realizan actividades agrícolas, estas son propietarias legales de menos del 20 por ciento de la tierra. Esta situación es incluso peor en las zonas remotas.
También revisamos las políticas gubernamentales de Nepal en materia de la mujer, el derecho a la tierra y los derechos de los pequeños agricultores. Supimos que hacía poco tiempo el Gobierno había desarrollado directrices sobre propiedad compartida de la tierra para estimular el empoderamiento de las mujeres de las zonas rurales. La propiedad compartida de la tierra implica que, además de los hombres, las mujeres también deben estar registradas como propietarias de la tierra.
Junto con otras organizaciones, analizamos las oportunidades y amenazas de implementar un proyecto de propiedad compartida de la tierra. A pesar de los riesgos, decidimos seguir con el plan.
difusión del mensaje
Organizamos debates en persona con los funcionarios gubernamentales recientemente elegidos en la zona. La mayoría de ellos no tenía conocimiento de las nuevas directrices sobre propiedad conjunta de la tierra, de modo que les explicamos en detalle en qué consisten estas directrices, lo cual ellos agradecieron.
Luego, dirigimos nuestros esfuerzos a educar a las comunidades objetivo. La mayoría de las personas en estas zonas rurales son analfabetas. En consecuencia, recurrimos a la radio FM local, que resultó ser un medio sumamente eficaz para difundir el mensaje. En los programas radiofónicos se explicó, en el idioma local, por qué es importante la propiedad compartida de la tierra, cómo obtenerla y cuáles son sus beneficios.
También difundimos el mensaje a través de nuestros centros de empoderamiento de la comunidad. UMN creó estos centros para que las mujeres aprendieran sobre temas sociales, resolvieran juntas los problemas y desarrollaran sus cualidades de liderazgo. Las participantes de los centros realizaron una campaña de puerta a puerta para hablar con los hombres y las mujeres de los hogares de la comunidad.
Los hombres, al comienzo, se mostraron reacios, pero, cuando comprendieron los beneficios que supone la propiedad compartida de la tierra, se dispusieron a apoyar el proyecto. En los casos en que los hombres se oponían de forma enérgica al proyecto, organizamos debates entre ellos y los funcionarios de la Oficina de Reforma Agraria del Distrito. Cuando se percataron de que este también era un asunto prioritario para el Gobierno, los hombres demostraron una mejor disposición para apoyar el proyecto.
Como dice el refrán, «nada cambiará si no cambiamos nosotros». Algunos de los nuevos funcionarios gubernamentales fueron los primeros en solicitar la propiedad compartida de la tierra. Esto ayudó a convencer a la comunidad y a fomentar la confianza.
empoderamiento de la mujer
Hasta el momento, un total de 36 parejas han obtenido certificados de propiedad compartida de la tierra. El Gobierno local organizó una ceremonia en honor a estas parejas, lo cual ayudó a las mujeres a darse cuenta de que desempeñan un importante papel en la sociedad.
La tierra se asocia a la manera en que la sociedad percibe a las personas. Hemos podido observar que las mujeres que tienen propiedad compartida de la tierra son más seguras de sí mismas, están más empoderadas y están mejor representadas en las diversas plataformas de debates. También han conseguido mejor acceso a varios servicios locales, como préstamos agrícolas.
Los comentarios de las mujeres que participaron son elocuentes: «Mi familia ha comenzado a hablarme con cortesía». «Ahora conseguimos sin mayor esfuerzo un préstamo por parte de una cooperativa». «Este es nuestro primer paso hacia la transformación de la comunidad».
Susan Parajuli es la gestora de programas de medios de vida sostenibles de United Mission to Nepal.
Sitio web: www.umn.org.np
Correo electrónico: [email protected]