Seguir a Dios, incluso cuando es difícil
Fernando y Nury creen que en su trabajo con los chicos de Recife están siguiendo el llamado de Dios; pero no siempre es tan fácil. A veces parece como si las cosas no cambiaran, y ellos se esfuerzan por ver en dónde está Dios actuando.
Sin embargo, incluso cuando la gente no quiere aceptar todo lo que él y Nury les ofrecen, Fernando dice que, con todo, él los visita. «Nosotros les mostramos que nos preocupamos por ellos, que son importantes para nosotros. Les ayudamos en cosas pequeñas. Queremos tocarlos, abrazarlos, prestarles atención, nos tomarnos fotos con ellos para dárselas… cosas que puedan hacerlos sentir que son personas de valor».
«Ella es la razón por la que yo estoy aquí»
Fernando me cuenta de una traficante local de drogas, una mujer que vive en la favela y que usa y abusa de niños y niñas en su negocio. Fernando no duda en describir lo que ella hace como algo que es terrible. Él me dice que esta mujer tiene una hija que también está involucrada en el microtráfico,y que fue capturada, arrestada y puesta en prisión.
Cuando eso pasó, Fernando fue el que hizo el esfuerzo para encontrar la cárcel a la que ella había sido enviada, y fue él quien hizo los arreglos y la fue a visitar. Cuando llegó, me cuenta Fernando, el director de la cárcel le presentó a las prisioneras, pero la hija que él había venido a buscar no estaba entre ellas.
«Ella está en confinamiento solitario», fue lo que se le dijo. «Ella es una de nuestras peores prisioneras». «Pero», dijo Fernando, «ella es la razón por la que estoy aquí».
Poco después, llevaron a Fernando a ver a la hija, quien rompió en lágrimas al verlo. Ella no podía creer que él hubiera venido a visitarla. Eso no tenía ningún sentido para ella. ¿Por qué habría él de venir y visitarla, en la cárcel, sabiendo lo que ella era y todo lo que ella había hecho?
«Por que tú me importas», fue la respuesta.
La única manera como pueden escuchar el evangelio
Fernando me contó que desde esa visita, la madre había suavizado su trato hacia él y Nury y el trabajo que ellos adelantan. Ella está agradecida por el cuidado que han mostrado hacia su hija. La mujer sigue traficando drogas, pero le aconseja a su hija que le preste atención al «tío» Fernando. Por su parte, Fernando dice que él ahora puede ser una figura de autoridad para la hija. Su expectativa es que él sea alguien a quien esta mujer escuche.
Fernando describe con estas palabras lo que él ve en su trabajo: «A veces, Dios se mueve. A veces, no. Pero esta clase de actitud hacia la gente es la única manera como pueden escuchar el evangelio». Él y Nury creen que si ellos no pueden ver a Dios en acción transformando las vidas de la gente a su alrededor en ese mismo momento, eso no significa que Dios no se esté moviendo ni que el cambio no esté ocurriendo. Ellos no van a querer abandonar a sus vecinos puesto que ellos nunca saben cuándo es que algo va a suceder.