La Biblia dice que cuando estudiamos la creación, Dios revela verdades y hechos acerca de él que de otro modo no conoceríamos (Romanos 1:20; Salmo 19:1–4). Este es ciertamente el caso cuando observamos a las abejas melíferas.
Estas fascinantes criaturas pueden enseñarnos mucho sobre cómo construir comunidades pujantes.
Permanecer unidos
La mayoría de las abejas melíferas pasan gran parte de su tiempo alimentando a otras abejas, en lugar de a ellas mismas. Esto fortalece las relaciones entre ellas y les ayuda a vivir en armonía.
Jesús dijo que la gente conocería a sus discípulos por el amor que nos profesamos los unos a los otros (Juan 13:34–35). Si queremos ser testigos eficaces de las buenas nuevas de Jesús, es importante que vivamos en unidad: siendo uno en espíritu y pensamiento (Filipenses 2:2).
Trabajar en equipo
En una colonia de abejas, cada abeja desempeña un papel importante. La reina pone los huevos, los zánganos fertilizan los huevos y las obreras recogen néctar y producen miel. Las abejas administran su tiempo y recursos de manera conjunta y esto ayuda a que toda su comunidad se mantenga segura y se desarrolle plenamente.
El Señor ha colocado a cada abeja en la colmena por una razón: para cumplir su propósito. Él nos coloca a cada uno de nosotros dentro de nuestras familias, iglesias y comunidades por la misma razón (1 Corintios 12). E independientemente del papel que desempeñemos, este es importante.
Dar prioridad a otros
Cuando las abejas obreras encuentran una buena fuente de néctar, ¡regresan a la colmena y bailan! Este baile les dice a las otras abejas dónde encontraron el néctar para que también puedan ir a buscarlo.
Dios quiere que demos prioridad a las necesidades de otras personas. Esto incluye compartir lo que tenemos (Hechos 4:32–35) y mostrar bondad y amor a quienes nos rodean (Marcos 12:31; Lucas 10:25–37).