El tema de las cortinas de mi habitación es «Hogar dulce hogar». Hay una línea específica en las cortinas que dice «El hogar está donde está el corazón». Sin embargo, como migrante, uno se pregunta ¿dónde está mi corazón? Y, por lo tanto, ¿dónde está mi casa? ¿Mi hogar está en Sudáfrica, donde crecí, o mi hogar está en el Reino Unido donde vivo actualmente?
Somos extranjeros en esta tierra
Hebreos 11 dice que los antiguos «héroes de la fe» (por ejemplo, Abraham) se dieron cuenta de que eran «extranjeros y peregrinos en la tierra» (Hebreos 11:13). Luego continúa diciendo: «Los que así hablan claramente dan a entender que buscan otra patria. Pues si de veras se acordaran de la tierra de donde salieron, tendrían oportunidad de regresar. Pero ellos anhelaban una patria superior; es decir, la celestial» (Hebreos 11:14-16).
Como seguidores de Jesús, es bueno anhelar nuestro hogar celestial: la vida eterna con Dios. Pero ¿qué pasa con nuestras vidas aquí en la tierra? Jesús les enseñó a sus discípulos a orar de la siguiente manera: «Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra». Entonces, ¿qué significa estar en casa, en el reino de los cielos, mientras estamos en la tierra?
Relaciones restauradas
La Biblia enseña que, a través de Cristo, el reino de los cielos es un lugar donde se restauran las relaciones con Dios, con nosotros mismos, entre nosotros y con la creación (Apocalipsis 7:9; 21:7), y donde no hay necesidades insatisfechas (Apocalipsis 7:16; 21:4).
Si queremos ver el reino de Dios venir a la tierra, para que las personas experimenten el «hogar» como Dios desea, entonces querremos ver que se restauren las relaciones y que las personas se desarrollen plenamente en todas las áreas de la vida.
De viaje
Como seguidor de Jesús, ni Sudáfrica ni el Reino Unido son mi verdadero hogar. Como parte del pueblo migrante de Dios, sigo de viaje. Mas cada paso que usted y yo damos en este viaje es importante.