En mi país de origen, Sri Lanka, se considera un honor recibir a alguien en tu hogar y ofrecerle comida y bebida. Al aceptar esta cortesía, la persona invitada muestra su aprecio por la generosidad de sus anfitriones y, a su vez, los honra. Este simple acto de dar y recibir forja una relación más estrecha.
La hospitalidad es el acto de abrir nuestro hogar, nuestra vida, nuestra iglesia y nuestra comunidad a amigos, vecinos y extraños. Cuando demostramos afecto y generosidad con nuestra hospitalidad, creamos un ambiente en el que las personas son bienvenidas e incluidas, y en el que los extraños se convierten en amigos.
Isaías 58:7 nos recuerda que compartir nuestro alimento con las personas que pasan hambre y brindar refugio a la persona errante es un acto de adoración. En su ministerio, Jesús destacó la importancia de ello (p. ej. Lucas 10:25–37 y en Mateo 25:34–40).
Cuando somos hospitalarios, respondemos al amor y la generosidad de Dios para con nosotros, pues amamos y aceptamos a las personas que nos rodean.
Acogida
He aquí algunos aspectos de la hospitalidad que pueden ayudarnos a dar una cálida bienvenida a todas las personas, sea cual sea su origen étnico, religión, procedencia o situación actual.
- Gratitud. La hospitalidad puede ser difícil, en especial cuando no conocemos a las personas que estamos recibiendo. Ser hospitalarios desde la expresión de gratitud a Dios puede ayudarnos a compartir el amor y las bendiciones de Dios con los demás.
- Humildad. Recibamos a las personas con humildad y respeto, no buscando cambiarlas, sino ofreciendo aceptación y un lugar seguro en el que puedan crecer y desarrollarse plenamente.
- Escucha. Es un privilegio que las personas compartan sus historias con nosotros: sus vivencias, su coraje y su vulnerabilidad. Cuando escuchamos, forjamos relaciones y mostramos respeto. Es una forma de honrar al huésped.
- Celebración y luto. La hospitalidad nos da la oportunidad de gozarnos con los que se gozan y llorar con los que lloran (Romanos 12:15). Al compartir los altibajos de la vida con los demás, crece la comprensión mutua y se fortalecen las relaciones.