Selina David (nombre ficticio) es una paciente con cáncer de lengua en el distrito de Geita, Tanzania. También es VIH positiva, lo que la hace más vulnerable a enfermedades como el cáncer. Muy amablemente, ella le otorgó esta entrevista a Mary Makalanga, una Coordinadora de Cuidados Paliativos que trabaja en asociación con Tearfund.
¿Cómo se enteró que tenía cáncer?
En primer lugar, me diagnosticaron como VIH positiva. Un tiempo después, mi lengua desarrolló hongos y se me dificultaba comer. Poco tiempo después la lengua comenzó a hincharse, hasta que me llenó la boca. Desarrollé algunas lesiones, como pequeños abscesos, en mis párpados superiores y en todo el rostro. Con el tiempo fui a Ocean Road Cancer Institute [Instituto de Cáncer Ocean Road] de Tanzania, donde me dijeron que tenía cáncer de lengua. Recibí medicamento para reducir la hinchazón y regresé a casa a esperar.
¿Cuál ha sido el mayor reto de tener cáncer?
El mayor desafío que enfrenté fue el dolor intenso y la dependencia, porque no podía trabajar debido al dolor. Sólo me la pasaba acostada, día y noche. Tengo tres hijos que viven con mi madre en otra aldea. Antes de enfermarme yo era la única que trabajaba y proporcionaba el pan de cada día y otras necesidades básicas a la familia. Cuando estaba enferma e inútil, no podía hacer nada. Sólo esperaba la muerte. La situación también era muy difícil en la casa de mi hermano, donde me estaba alojando. No había suficiente comida ni otras cosas básicas. Mi hermano y su esposa también eran VIH positivos, aunque todavía estaban sanos. Me resultaba desalentador. Debido a mi condición, necesitaba apoyo nutricional y me estaba deteriorando. En el fondo de mi ser sabía que si nadie venía a socorrerme, muy pronto iba a morir.
¿Qué apoyo ha recibido? ¿Quién le dio este apoyo? ¿Y de qué manera le ha ayudado?
Un día, un equipo de cinco voluntarios de atención domiciliaria de la African Inland Church [Iglesia África Tierra Adentro] de Tanzania vino a verme en el nombre de Dios. Me hablaron y escucharon mi historia. El equipo me contó sobre un nuevo servicio conocido como cuidados paliativos y me dieron apoyo médico, incluyendo medicamentos para reducir el dolor. Leyeron la Biblia y oraron conmigo. A partir de entonces el equipo siguió prestándome apoyo a mí y a mi familia en la forma de alimentos y medicamentos antirretrovirales [medicina que ayuda a retardar la progresión del VIH y SIDA]. Pronto recobré la paz mental y me sentía más segura y cómoda que cuando sentía dolor intenso en el pasado. La hinchazón en la lengua lentamente desapareció. Mi esperanza de sobrevivir ha sido restaurada y tengo buenos voluntarios de cuidados paliativos que me visitan con regularidad, oran y hablan conmigo. Se preocupan mucho por mí y me siento como un ser humano de nuevo.
¿Cuál es su consejo para otras personas que sufren de cáncer?
Mi consejo es que se aseguren de informarles a otras personas dentro de su comunidad sobre su condición lo más temprano posible, porque entonces la gente puede ayudar y apoyarle, especialmente si también tiene VIH. Hay trabajadores de la salud y otros grupos de voluntarios que pueden ayudarle a realmente entender lo que está pasando. Esto es mejor que ir con curanderos o médicos brujos, lo que puede dar como resultado que sufra más dolor, y que surjan complicaciones y nuevas infecciones. Con los trabajadores de salud se está a salvo, porque sus medicamentos ayudan a reducir el dolor. Con el apoyo de personas capacitadas del grupo de cuidados paliativos, un paciente puede mejorar psicológica, emocional, espiritual y físicamente. En cuanto a mí, ahora siento mucho menos dolor.