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Estudios bíblicos

Estudio bíblico: Cuidar la tierra de Dios

¿Nos consideramos gobernantes o administradores de la Tierra de Dios?

Escrito por Reverenda canóniga Dr. Claire Nye Hunter 2019 Disponible en Inglés, Francés, Portugués y Español

Hombre de Colombia, con gorra de béisbol azul y camisa de polo gris, sostiene su brazo derecho hacia arriba y una planta en su mano izquierda mientras él Ofrece capacitación a una reunión de redes juveniles.

Una red de la red juvenil regional en Colombia que se unen en persona para rezar, aprender sobre el bien Gobernanza y cuidado de la creación. Foto: Andrés Pacheco/Tearfund

Un hombre posa de pie frente a una calle polvorienta en Pakistán con un turbante y una chaqueta amarilla fluorescente

De: Desechos – Paso a Paso 107

Consejos prácticos e interesantes experiencias sobre cómo abordar el problema de los desechos en nuestras comunidades

«Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra.» (Génesis 1:1) 

«Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan.» (Salmo 24:1) 

La tierra no nos pertenece a nosotros, ¡le pertenece a Dios! Es un regalo que Él nos da, un hogar que compartimos con el resto de la creación. Sin embargo, este regalo conlleva una responsabilidad.

¿Gobernantes o administradores?  

Leer Génesis 1:26-31 y Génesis 2:1-15.

En Génesis 1, Dios les dijo a los seres humanos que tuvieran «dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo» y que llenaran la tierra y la sometieran (Génesis 1:26, 28). En ocasiones, este pasaje se ha utilizado para justificar el abuso de la tierra.  

Algunas personas creen que la orden de «gobernar» la tierra significa que tenemos autoridad absoluta sobre la creación. Desde esta perspectiva, la naturaleza es un recurso del que todos los humanos nos beneficiamos a nivel económico, sin importar los impactos ambientales. Esta teología ha permitido que un número de cristianos talen bosques tropicales para cultivar soya, que sirve de alimento para el ganado, y que contaminen ríos con productos residuales de las minas a medida que extraen metales preciosos.  

Para cuestionar estas ideas, algunos cristianos han dirigido su atención al segundo relato de la creación en Génesis 2. En el versículo 15, Dios ubicó a los humanos en el jardín del Edén y les ordenó que «lo cultivaran y lo cuidaran». En otras palabras, nos dio la responsabilidad de actuar como administradores de su creación: cuidar, administrar, supervisar y proteger todo lo que le pertenece. ¡Qué honor y privilegio! 

Lo anterior no nos da licencia para explotar ni abusar de la tierra de Dios. Como administradores, necesitamos actuar a favor de los intereses del propietario, al tratar su «propiedad» con respeto. No debemos usarla de manera que les causemos daño a nuestros vecinos. Un día, tendremos que rendirle cuentas a Dios por la forma en que tratamos su tierra. 

Cuando olvidamos nuestra responsabilidad de ser administradores sabios, la creación gime. La tierra ya no puede suplir la demanda de recursos naturales que exigimos los humanos. Nuestros residuos y la polución están envenenando el aire, el suelo y el agua. Si seguimos explotando y abusando de la tierra de Dios, ¿qué heredarán las futuras generaciones?

Tengamos cuidado con la enfermedad del «¿por qué preocuparnos?».

Cuando nos enfrentamos a grandes problemas a nivel mundial, producto de actividades humanas, como el cambio climático y la contaminación de la tierra y el mar, es fácil sentirnos abrumados. Podríamos darnos por vencidos y decir: «bueno, esto no es mi culpa. No hay nada que pueda hacer para evitarlo. Dejémoselo a los políticos». Podríamos pensar: «¿a quién le importa si uso bolsas de plástico, si lanzo basura por la ventana del auto, etc.? Solo soy una persona, ¿qué importancia puede tener?». 

Dios nos ha hecho administradores de su creación. Ilustración: Petra Röhr-Rouendaal, Where there is no artist [Donde no hay artistas] (segunda edición)

Dios nos ha hecho administradores de su creación. Ilustración: Petra Röhr-Rouendaal, Where there is no artist [Donde no hay artistas] (segunda edición)

Tengamos cuidado con la enfermedad altamente contagiosa del «¿por qué preocuparnos?». Es un problema moral y espiritual; lo que hago en mi vida diaria importa. Podría ser que no sienta las consecuencias inmediatas de mis acciones, pero seguramente afectarán a alguien más. 

Dios ve y honra los esfuerzos que hacemos, aun cuando nos parezcan pequeños. ¡Y juntos podemos marcar una diferencia!


Preguntas para el debate

  • ¿Qué pasos positivos y prácticos puede dar como individuo para cuidar la preciosa creación de Dios, en particular, con respecto a los residuos? ¿Qué puede hacer su comunidad eclesial? 
  • ¿Hay algo que deba dejar de hacer?

Adaptado de: Season of Creation 6 [Tiempo de la creación 6], un recurso de Green Anglicans. Disponible en: www.greenanglicans.org/resources/liturgical/

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Escrito por

Escrito por  Reverenda canóniga Dr. Claire Nye Hunter

La reverenda canóniga Dr. Claire Nye Hunter es una sacerdote anglicana que vive en Grahamstown, Sudáfrica.

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