Lean Éxodo 25:1-9; 35:4-29 y 36:2-7.
Mientras los israelitas deambulaban en el desierto, Dios le dijo a Moisés que construyera y amoblara un lugar de adoración hermoso: el tabernáculo. Una vez terminado, Dios lo llenó de su gloria (Éxodo 40:34) y se convirtió en un lugar santo donde el pueblo podía experimentar su presencia de una manera muy especial.
Antes de iniciar el trabajo de construcción del tabernáculo, Dios le dijo a Moisés que les pidiera a los israelitas que proveyeran todo lo necesario para el proyecto, incluyendo oro, plata, bronce, hilos de colores, lino fino, madera, aceite de oliva, especias y piedras preciosas (Éxodo 25: 3-7). Todas estas cosas eran de gran valor para los israelitas errantes. También, se les invitó a ofrecer su tiempo y sus habilidades a Dios y al proyecto (Éxodo 35:10).