por David Partington.
¿Qué hace que las personas comiencen a consumir drogas adictivas? Todos tenemos algo en la vida que nos da un placer especial, cosas que nos gustaría vivir una y otra vez, cosas que nos costaría mucho abandonar. Todos dependemos de algo, la única diferencia es que las drogas y los solventes (pegamento) producen muchos daños físicos y mentales.
Todos queremos sentirnos realizados y satisfechos. Una persona adicta busca y encuentra su realización usando drogas, pero al final siempre fracasa y con frecuencia termina en la muerte. En nuestro mundo tan agitado hay cada vez más personas que recurren a los placeres breves pero irresistibles que les produce la adicción a las drogas ‘duras’ como la cocaína y la heroína. Una vez que se han dado los primeros pasos en el espiral de la adicción a las drogas, es muy difícil volver marcha atrás. Las familias de los drogadictos deben enfrentar la miseria de tener que ver cómo una persona está destruyendo su vida y al mismo tiempo, por lo general, el bienestar de sus familias.
Irrealidad
Los drogadictos necesitan un cambio de vida completo. Necesitan que alguien les ayude a cambiar, pues carecen de los recursos internos para poder cambiar por sí mismos. Las cosas que los drogadictos construyen a su alrededor para traerles seguridad, fe y sentimientos, están basadas en mentiras y en lo irreal y, por lo tanto, tienen que ser eliminadas. Hay que reemplazarlas con un estilo de vida que les ayude a resolver sus conflictos y dificultades y que les lleve a una madurez personal.
Vivimos en una época en la cual las personas con frecuencia se sienten rechazadas y sin valor por lo que ven a su alrededor. La mayoría de las personas que usan drogas ‘duras’ son inteligentes y sensibles. Lo principal que tienen en común es el sentirse rechazados, aunque otras cosas, tales como el estar descontentos con la vida, la rebelión y un sentimiento de no valer nada, también tienen mucho que ver. Quizás una de las cosas más difíciles para un drogadicto sea el aceptar su culpa. No sólo la culpa por lo que se ha hecho a sí mismo, pero también aceptar la culpa de lo que le ha hecho a los demás.
Disciplina básica
Muchos drogadictos desarrollan desde temprano estilos de vida egocéntricos. No quieren hacerse responsables por sus acciones. No logran aprender algunas disciplinas básicas. Estas disciplinas (disciplinas que otras personas aprenden naturalmente y dan por sentado) incluyen: el llevar una vida ordenada, la perseverancia, el valor del trabajo honesto, el uso prudente del dinero, el respetar y obedecer la autoridad y la consideración por los demás. Cuando las personas ignoran estas disciplinas, se vuelven continuamente irresponsables. Las drogas pueden llegar a ser simplemente una opción más. Si la vida nos exige demasiado o nos da muy poco, la invitación para abandonar las responsibilidades y buscar el consuelo de las drogas se hace demasiado fuerte como para resistirla.
Una filosofía distorsionada
Eventualmente, desarrollan una filosofía de la vida que justifica su estilo de vida, al menos, en sus propias mentes. Esta filosofía incluirá algunas de las siguientes ideas:
- El mundo nos debe nuestra subsistencia.
- El obtener algo por nada significa éxito.
- Más bienaventurado es recibir que dar.
- El fin justifica los medios.
- Lo que es tuyo, también es mío.
- Lo que es mío, es sólo mío.
- No confíes en las personas mayores de 30 años.
Están tan convencidos de lo que creen, que consideran la ley, el orden y la autoridad como su principal enemigo. La mayoría de estos jóvenes desean ser felices y vivir en paz, pero, por lo general, se dan cuenta demasiado tarde que su ‘libertad’ les ‘ha hecho esclavos’ y su rebelión les ha arruinado. Necesitan saber qué hacer en vez de tomar drogas.
¿Aprender o no aprender un nuevo estilo de vida? Es un asunto de vida y muerte. Afortunadamente, he visto cómo Dios ha transformado numerosas vidas como para saber que una nueva vida es una verdadera opción.
David Partington ha trabajado durante varios años en el área de la rehabilitación de drogadictos y está basado en el Centro Cristiano de Yeldall, Hare Hatch, Reading, RG10 9XR, Inglaterra.
