El perdonar a otros no es optativo para los cristianos; es una orden. En Mateo 6:12, Jesús nos enseñó a orar, ‘Perdóna nuestras deudas como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores’. Él dejó claro que la oferta de perdón de Dios es inseparable de nuestra disposición a perdonar a los demás. ¿Por lo tanto, cuál es la naturaleza de este vínculo?
Leer a Mateo 18:21-35
En primer lugar, perdonar a los demás cuando nos hacen mal es parte de nuestro agradecimiento al perdón de Dios para nuestros propios pecados a través de la muerte de Jesús en la cruz. Su perdón está basado exclusivamente en su amor incondicional y en su gracia. Nosotros no lo merecemos. La palabra griega para pecado en Mateo 6:12 significa literalmente ‘deuda’. Porque hemos roto la ley de Dios, tenemos deudas con él que nunca podremos pagar. Si le pedimos a Dios que cancele nuestras enormes deudas mientras nos negamos a cancelar las deudas diminutas que las personas nos deben, actuamos en el mejor de los casos de forma incoherente y en el peor, con hipocresía.
Leer Colosenses 3:12-15
En segundo lugar, el perdonar a la gente es una demostración convincente de amor a ella. Ya que Dios nos ama como Padre, quiere perdonar nuestros pecados y restaurar nuestra relación con él. Así como Dios nos exige que amemos a nuestro vecino, también debemos perdonarlo.
- ¿Quién es su vecino?
- ¿Cómo nos desafía este pasaje en nuestras relaciones con las personas que nos han herido?
Finalmente, perdonar a los demás por lo que han hecho es una prueba confiable para nuestra fe. ¿Representa nuestra fe una diferencia real en nuestra vida? Perdonar a otros no es fácil. No es natural – nuestra respuesta natural es querer tomar venganza. Pero Jesús perdonó a sus enemigos que lo crucificaron – antes de morir oró; ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’ (Lucas 23:34). Se puede declarar que Jesús era el Hijo de Dios, y que nosotros no lo somos, que está más allá de nuestra naturaleza humana pecadora amar a nuestros enemigos como Jesús nos ordenó que lo hiciéramos. Sin embargo, si la fe cristiana está basada en tener una relación personal con Dios y si Dios es real y poderoso, entonces ciertamente dará la fuerza suficiente a los que confían en él para que experimenten el poder de su amor y su perdón en sus propias vidas.
Sin perdón no hay paz genuina. Como todos hacemos el mal y nos herimos los unos a los otros, necesitamos pedir perdón tanto como perdonar. Disculparse y pedir perdón a las personas a las que hemos hecho mal a veces es aún más difícil que perdonar a los que nos hicieron mal. Pero si con la ayuda de Dios decidimos hacer el perdón nuestro modo de vida, éste nos llevará a la paz, la paz con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Esta paz es una grande y maravillosa bendición que Dios quiere que todos disfruten.
- ¿Hay algo nuevo, o único, en la manera en que Jesús encara el problema del perdón?
- ¿Hay algunas personas a quiénes necesitemos perdonar o pedir perdón?
- ¿Cuáles son las implicaciones sociales de la fe cristiana, por lo que se refiere a lograr la reconciliación entre diferentes personas?
El escritor, el Dr Chawkat Moucarry, es un tutor en el All Nations Christian College. Es autor de The Search for Forgiveness: Pardon and Punishment in Islam and Christianity (IVP, 2004). Sitio web: www.allnations.ac.uk