La sexualidad es un tema importante para los cristianos de hoy en día. Ya no puede ser considerado como algo sobre lo cual no hablamos y con lo cual solamente lidiamos en privado. Debemos asumir los resultados del comportamiento sexual que vemos en nuestra sociedad.
El propósito de Dios para el sexo
No hay razón para considerar el sexo como algo malo y pecaminoso. Cuando vemos lo que dice la Biblia sobre el sexo, veremos que el propósito de Dios era que fuera uno de los más bellos y espléndidos regalos. Su propósito no es solamente la reproducción sexual. Dios diseñó el sexo para desarrollar una relación matrimonial efectiva basada en el deleite y placer mutuo del mismo. Dios diseñó el sexo para el placer, como una expresión de amor para el disfrute tanto del hombre como de la mujer. El sexo no debe ser un deber doloroso, pero el placer sexual tampoco es su único propósito.
El matrimonio
El ideal de Dios para el sexo es que nos abstengamos antes del matrimonio y seamos fieles a nuestra pareja dentro del matrimonio. Estos límites son para nuestra propia protección. El sexo debe ser una fuente de placer y satisfacción que ayude a unir a las parejas, pero a menudo las experiencias anteriores pueden resultar dañinas. El sexo está diseñado para las relaciones que son permanentes, leales y donde se respeta a ambos compañeros.
Dios ha establecido un lugar seguro donde podemos descubrir, desarrollar y disfrutar nuestra sexualidad a plenitud. Esto es dentro de la relación llamada matrimonio en la que el dar y el pertenecer es mutuo. Debemos entender que el matrimonio no es solamente la ceremonia civil o religiosa. Eso es simplemente el testimonio público de un matrimonio. El matrimonio es una relación de toda la vida, honesta, de amor y exclusiva entre un hombre y una mujer. El esposo y la esposa deben mantener esta relación al continuar escogiendo ser fieles y amarse el uno al otro por el resto de sus vidas.
Consecuencias
Muchos planificadores de salud y sicólogos están de acuerdo en que el comportamiento y las actitudes sexuales que han sido cada vez más aceptadas por nuestra sociedad en las últimas décadas han tenido muchas consecuencias negativas. Existe una falta de conciencia sobre la salud sexual y es común que las personas tengan muchas parejas sexuales. Estas cosas contribuyen a la pandemia del SIDA y al aumento de otras infecciones de transmisión sexual. Otras consecuencias son los embarazos de adolescentes, los abortos, los niños abandonados y las madres solteras. Las actitudes perjudiciales hacia la sexualidad, como la idea de que ser hombre significa ser sexualmente agresivo, pueden contribuir a la violencia sexual, al abuso infantil y a la violación. De todo esto queda claro que el comportamiento de las personas no va acorde con las intenciones de Dios para el sexo y las relaciones.
Pienso que los cristianos deben redescubrir el plan de Dios para la sexualidad. Debemos examinar nuestras creencias, nuestros estilos de vida y revisar el comportamiento que modelamos. Tenemos la responsabilidad de llevar a cabo las alternativas radicales que ofrecen las actitudes saludables hacia el sexo.
Los jóvenes
No vivimos en un mundo ideal. Existen muchos factores que presionan a los jóvenes de nuestra sociedad y los impacientan por tener sexo. Algunos factores a tomar en consideración son las creencias culturales, los valores y las costumbres, las experiencias de la niñez, el entorno social y el poderoso impulso sexual que es parte de nuestra naturaleza física. Con una mejor nutrición y salud física, los jóvenes a menudo llegan más temprano a la pubertad, a veces a los nueve o diez años. Sin embargo, en muchos países no es probable que se casen antes de los veinte años. Los jóvenes están constantemente bajo presión por parte de los medios masivos de comunicación como la televisión, las revistas y la Internet. Los medios de comunicación están llenos de imágenes sexuales y desinformación. Si añadimos a esto la curiosidad natural de los jóvenes, su deseo de experimentar y la tendencia normal a desestimar los riesgos, podemos ver por qué la experiencia sexual a menudo comienza a más temprana edad.
Para los jóvenes la presión de su entorno puede ser muy fuerte. Los adolescentes a menudo luchan por una identidad. Los jóvenes buscan la aceptación y aprobación dentro de su grupo de compañeros. Necesitan una buena autoestima para poder desafiar la presión de su entorno y tomar sus propias decisiones. Los modelos de conducta también son muy importantes. Un factor clave en el desarrollo es tener una buena relación con los padres, pues solemos reproducir las situaciones por las que pasamos en nuestro propio hogar. Las investigaciones muestran que los niños que crecieron siendo testigos de relaciones violentas a menudo son menos capaces de formar relaciones estables y saludables más adelante en sus vidas. Los maestros, otros familiares y los amigos mayores también pueden ser una fuerte influencia, así como figuras famosas en la cultura juvenil, como los músicos y actores. Con demasiada frecuencia, esta influencia puede ser negativa, y no positiva. Si la iglesia permanece callada, ¿entonces, cómo podemos ayudar a los jóvenes a hacer buenas elecciones?
Sin embargo, a veces, las personas tienen poca elección. Las desigualdades de género significan que las mujeres a menudo tienen poco control sobre las decisiones sexuales. La pobreza puede significar que las personas no tengan medios para sobrevivir excepto por medio del trabajo sexual.
¿Qué podemos hacer?
Se deben proveer información correcta sobre temas sexuales y buenos modelos de conducta para los jóvenes. Debemos ayudarles a desarrollar una buena autoestima y actitudes saludables hacia el sexo, de manera que ellos puedan tomar buenas decisiones y eviten el comportamiento riesgoso. No podemos hacer esto si nos da pena hablar sobre estos temas. Debemos empezar reconociendo que la sexualidad es una parte integral e importante de ser humanos, y debe ser valorada y respetada, no ignorada o negada. Debemos entender el verdadero propósito del sexo y deshacernos de cualquier mito o idea errónea.
El Dr Apolos Landa es el Coordinador para América Latina y El Caribe de la Luke Society International. E-mail: [email protected]