Neto recuerda que en los años 1980 había
un arroyo que atravesaba su granja que
fluía casi todo el año. En los años 1990
el nivel de agua bajó gradualmente. El
resultado fue que tres meses después del
final de la estación de lluvia el arroyo
estaba seco. Para ayudar a resolver este
problema la familia construyó una presa
en 1999. ‘El agua de la presa se utiliza
para riego y ganado. Ahora estamos
regando mucho más que hace cinco
años, porque hace más calor y es más
seco durante la mitad del año. Antes
regábamos una vez al día, ahora regamos
dos veces, pero aún así las plantas se
marchitan. Nos preocupa que se nos
agote el agua en el futuro pues el clima
ahora es tan variable.’
Agricultura sostenible
José Iván Monteiro Lopes vive con sus
padres y familia en la región de Pajeú
en el estado de Pernambuco. En 1998
hubo una sequía en la zona y Diaconía
estableció un programa de ayuda de
emergencia. Su primer objetivo fue
mejorar la capacidad de almacenamiento
de agua de las familias. Establecieron
un esquema de alimentos por trabajo
en el cual se les entregaba alimentos a
las familias a cambio de cavar pozos y
construir tanques de agua para recolectar
agua de lluvia de los techos.
El siguiente año la familia de Iván fue
escogida, junto con otras cinco familias,
para participar en un programa de
producción de alimentos utilizando riego
en pequeña escala. Una condición era que
en lugar de sus prácticas tradicionales
de tala y quema y del uso de sustancias
químicas, las familias debían empezar a
utilizar prácticas que respetan el medio
ambiente y la salud de las personas.
Ahora utilizan sistemas agrícolas
sostenibles que les proveen alimento
suficiente y un excedente de productos
agrícolas para vender en el mercado.
Iván opina que el clima ‘ahora está
tan fuera de equilibrio que hasta la
experiencia de nuestros ancianos para
predecir las lluvias ya no funciona. Antes,
en años con buenas lluvias, producíamos
maíz y frijoles regados solamente por
la lluvia. Había suficiente para nosotros
comer y a veces hasta para vender. Hoy
en día, debemos utilizar el riego para
garantizar el alimento de nuestra familia.’
‘Descifrando’ la
naturaleza
José e Isaura Mendes viven en el
estado de Pernambuco en una región
semidesierta que sufre de sequías. En su
granja hay pérdidas regulares de ganado
debido a la escasez de forraje.
La familia oye sobre el cambio climático
en la radio. A ellos les preocupa mucho
el hielo de la región Antártica que se está
derritiendo y los huracanes. Ellos opinan
que estos cambios se deben a la falta de
cuidado de las personas por ‘las cosas de
la naturaleza’. Les preocupa mucho ‘el
aumento de la temperatura’.
José comenta: ‘Los inviernos son más
cortos y las lluvias más irregulares. Antes
cada año empezaba a llover en octubre y
continuaba hasta julio. El arroyo local que
corría por su pueblo ya sea tenía agua o
las personas podían colectar agua fácilmente
allí cavando un pequeño hueco.
Hoy en día es mucho más difícil encontrar
agua allí. La tala de árboles en las riberas
del arroyo y en otros lugares alrededor
de los manantiales ha empeorado esta
situación’.
José utiliza el riego pero todavía encuentra
que sus plantas sufren debido al calor. Las
flores de sus anacardos se secan debido
al calor del sol y muchos de sus frutos
se marchitan. Ahora él riega las plantas
varias veces al mes para mantener vivos
los árboles.
Él tiene un poco de experiencia en
las señales naturales que indican un
‘año de buena o mala lluvia’. Por lo
general, cuando las flores de las plantas
tradicionales se caen de modo disparejo
durante la floración, esto indica un
periodo de escasas lluvias. Cuando
la floración es abundante, y las flores
permanecen en la cima del árbol durante
un largo tiempo, las lluvias serán
regulares. ‘Los ancianos sabían predecir
mejor los tiempos de las estaciones de las
lluvias, pero en ese entonces eran más
fáciles de predecir.’
Estas entrevistas nos fueron enviadas por Marcelino
Lima quien trabaja con Diaconía-PAAF en Brasil.
Email: [email protected]