Por Roger Seth
La Biblia fue escrita hace miles de años, pero tiene mucho que decir sobre lo que nosotros quizás percibamos como un problema moderno: la trata de personas. Estudiaremos específicamente la historia de José en el libro de Génesis, capítulos 37–50. Familiarícese con la historia antes de leer esta reflexión o de discutirla en grupo.
Vendido por familiares
Al igual que tantas víctimas de la trata de personas hoy en día, José fue vendido por su propia familia. El hecho de que la caravana de los madianitas estuviera dispuesta a comprar a un esclavo para venderlo en Egipto (Génesis 37:26–28) nos dice que el comercio de personas ya estaba ocurriendo en la región en esa época. Hoy en día, tenemos conocimiento de que la trata de personas ocurre en cada nación de la tierra y muchos hombres y mujeres están involucrados en la compra y venta de miembros hermanos de la raza humana.
Es Judá quien propone que en lugar de matar a José, sus hermanos lo vendan. Judá expone su punto de vista diciendo: “En vez de eliminarlo, vendámoslo a los ismaelitas; al fin de cuentas, es nuestro propio hermano” (Génesis 37:27), dando muestra de su confusa creencia de que el comercio de esclavos es más aceptable que el asesinato. No obstante, la conmoción, la pérdida de su hogar, la tortura y el abuso que José habría sufrido como resultado de haber sido vendido de todos modos le ocasionó un profundo dolor. Hoy en día, con frecuencia vemos a personas que venden a los propios miembros de su familia, al igual que lo hicieron los hermanos de José. Es posible que estos familiares también expliquen sus acciones de un modo similar al que lo hizo Judá.
Vulnerable al abuso
Cuando los madianitas llegan a Egipto, José es comprado por un hombre llamado Potifar y su esposa. Esto coloca a José en la peligrosa situación de estar a la merced de su amo y su señora. Los jóvenes de hoy en día con frecuencia recurren al ejemplo de José, quien se resiste a las insinuaciones sexuales de la esposa de Potifar. No obstante, ¿cuál habría sido la diferencia si José hubiera sido una joven adolescente y hubiera sido Potifar el que hiciera las insinuaciones sexuales? Eso es lo que ocurre en la realidad una y otra vez en nuestra sociedad hoy en día. Conocemos demasiados casos de jóvenes esclavizadas como camareras sin sueldo que son abusadas sexual y físicamente por sus empleadores.
Acusado y penalizado
Al ser esclavo, José no tenía derechos ni modo de apelar cuando fue acusado injustamente por la esposa de Potifar. De hecho, es él quien es acusado y encarcelado. Esto es similar a la experiencia de muchas víctimas de la trata de personas, en especial de los sobrevivientes de la trata de personas con fines de explotación sexual, que enfrentan a una sociedad que los culpa por los abusos o, en algunos países, incluso los penaliza.
Sostenido por Dios
En la historia de José, se repite tres veces la frase, “Pero el Señor estaba con él” (Génesis 39:2, 21, 23), lo que nos recuerda que, sin importar el trato terrible que nos den otras personas –ser vendidos, traicionados, acusados falsamente, encarcelados injustamente, olvidados–, la presencia de Dios nos puede ayudar a sobrellevar los momentos difíciles. Lo extraordinario de José es que, como sobreviviente de la trata de personas, él no pierde su fe y finalmente habla repetidas veces con sus hermanos sobre el perdón (Génesis 45:5–7, 50:19–21).
Este es un mensaje de esperanza para los sobrevivientes de la trata de personas de hoy en día. Siempre tenemos la elección de confiar en Dios y de perdonar a quienes nos han hecho daño. Incluso los profesionales seculares reconocen la importancia del perdón para ayudar a los sobrevivientes a seguir adelante con sus vidas.
Posicionado para influenciar
Un aspecto especialmente redentor de la historia de José es cómo Dios utiliza las experiencias difíciles de la juventud de José para posicionarlo justo en el lugar y el momento oportunos para hacer una diferencia. Vemos, con asombro, cómo José pasa de ser el “hijo favorito” a ser un “esclavo traicionado” y pasar por varias promociones hasta llegar a ser la “mano derecha del faraón”, ocupando una de las posiciones de mayor poder en el mundo. Al igual que el mismo José reconoce más tarde, Dios permitió que él sufriera la tragedia de ser víctima de la trata de personas para conducirlo a “salvar la vida de mucha gente” (Génesis 50:20).
Verdaderamente necesitamos hombres y mujeres temerosos de Dios en posiciones de liderazgo en todo el mundo, que empleen sus habilidades –adquiridas sobre la base de las dificultades personales y el ensayo– en una buena gobernanza en nombre de su pueblo. Ellos pueden influenciar el modo en que se crean e implementan las leyes para ayudar a las personas vulnerables, administrando sistemas eficaces en tiempos buenos y malos. Después de todo, los expertos nos dicen que son las crisis similares a la de Egipto en la época de José las que hacen a las personas más vulnerables a los traficantes. Puede tratarse de una crisis económica, un desastre natural o una guerra.
Dios utilizó a José no sólo a pesar de la tragedia que sufrió, sino a través de los propios efectos de la tragedia misma. Esto puede ofrecerles inspiración a los sobrevivientes de la trata de personas de hoy en día. Aunque posiblemente no alcancen posiciones de tanta influencia como lo hizo José, nos recuerda que las historias de sus vidas no tratan simplemente sobre la explotación que han sufrido. En cambio, pueden crecer más allá de ese abuso, para llevar bendiciones a otras personas de muchas maneras.
El legado de la esclavitud
Irónicamente, los propios descendientes y familiares de José terminan siendo explotados como esclavos en la misma nación donde él fue vendido por sus hermanos. Su experiencia de trabajo en condiciones de servidumbre, con la violencia y explotación que esto conlleva, tiene muchas similitudes con nuestro contexto actual. Después de todo, los trabajadores en condiciones de esclavitud en el subcontinente indio todavía están fabricando ladrillos y otros productos sin recibir remuneración.
En el libro de Éxodo, vemos la compasión de Dios por los oprimidos: “Ciertamente he visto… los he escuchado… conozco bien… así que he descendido para librarlos” (Éxodo 3: 7–8). La manera en que Dios los rescató fue enviando a Moisés a enfrentar al faraón, repitiendo la frase, “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto” (Éxodo 5:1, 9:1, 10:3).
Hoy en día, él nos sigue llamando para unirnos a su plan de liberar a las personas. Más allá de la terrible situación o estadísticas, nuestra principal motivación para involucrarnos es la profunda preocupación de Dios por la humanidad esclavizada. Esto es muy diferente a la propia reacción de Moisés cuando, siendo joven, mató al egipcio al que vio oprimiendo a un compatriota hebreo y luego huyó aterrado.
Intervención en un mundo esclavizado
La respuesta a todo esto se encuentra sólo en Jesús el Mesías quien, según él declara en Lucas 4:18–21, cumple con la descripción que aparece en Isaías 61:1–2: “El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor y el día de la venganza de nuestro Dios”. Él es la encarnación de la palabra de Dios, que ha sufrido todo el dolor y trauma padecido por José y por los millones de otros sobrevivientes de la trata de personas de la historia. Por medio del sacrificio de su propio cuerpo en la cruz, él ha abierto un camino para que los hombres y las mujeres que le sigan puedan tratar en sus corazones con los pecados que yacen en el origen de la trata de personas –la codicia, la lujuria y la ambición–.
Conclusión
Teniendo un corazón como el de Dios podemos responder a las realidades de la trata de personas. Tomamos acción porque compartimos la visión de Dios de cómo él puede redimir una situación como la de José o transformar una nación esclavizada como en los tiempos de Moisés.
Podemos seguir el llamado de Dios de rescatar y rehabilitar a las víctimas de la trata de personas, de trabajar para evitar que otras personas sean vendidas y de llevar ante la justicia a los criminales implicados. Entonces seguramente descubriremos a muchos más “José” por medio de los cuales Dios puede obrar, a pesar de sus tragedias, para “salvar la vida de mucha gente”.
Preguntas para el debate
- ¿Qué lo inspiró cuando leyó la historia de José? ¿Qué lo desafió?
- En la historia de José, ¿quién desobedece a Dios? ¿Cuál es el resultado de esta desobediencia?
- ¿Cómo reacciona José ante su experiencia de ser víctima de la trata de personas? ¿Cómo reacciona usted cuando se enfrenta a la opresión o a la injusticia?
- Moisés escuchó la voz de Dios e hizo incidencia a nombre de su pueblo (Éxodo capítulos 3 al 13). ¿Dónde podría usted hablar en nombre de quienes están siendo oprimidos? ¿Qué le impediría hacerlo?
Roger Seth y su esposa, Hiroko, descubrieron el problema de la trata de personas en 2005. Desde entonces, han respondido estableciendo Courage Homes, un refugio para niñas rescatadas de la trata de personas con fines de explotación sexual en Nueva Delhi, India. Una versión más extensa de este artículo apareció por primera vez en inglés en la revista Drishtikone en 2012. Puede descargarla siguiendo el enlace en TILZ www.tearfund.org/traffickingresources o escribiendo las palabras “Drishtikone” y “trafficking” (en inglés) en un buscador de Internet.
Sitio web: www.couragehomes.org