Abordar sin entrar en crisis
La capacidad de adaptación es la habilidad de las personas y de las comunidades de introducir cambios en sus vidas y sus medios de vida.
Los medios de vida resilientes son fuentes de ingresos y de alimentos seguras, flexibles y con riesgos diversificados. Una fuente de ingresos y de alimentos segura es aquella que brinda ganancias previsibles.
La gestión sostenible de los recursos naturales es el uso y el cuidado de los recursos naturales que da como resultado su pleno desarrollo a largo plazo para el bien de todos.
La gestión del riesgo de desastres abarca la reducción del riesgo de desastres y la preparación para casos de desastres, y se centra en reducir y gestionar los riesgos conocidos.
La salud y las relaciones apoyan el bienestar físico, mental y social de las personas y de las comunidades, lo que permite su participación activa.
La Esperanza es la creencia personal de que, a pesar de los problemas existentes, las cosas mejorarán, y que, a largo plazo, el bien triunfará y la justicia prevalecerá (Isaías 40:31, Jeremías 29:11 y 1 Corintios 15). Esta creencia suele fundamentarse en una cosmovisión basada en la fe de que no solo existe lo que podemos ver.
Fortalecimiento de la resiliencia
En esencia, el fortalecimiento de la resiliencia es un llamado a redoblar nuestros esfuerzos en la gestión del riesgo, más que en la gestión de desastres. Es decir, centrarse en reducir la vulnerabilidad a un desastre y sus efectos antes de que ocurra, en lugar de poner el énfasis en responder a las necesidades de las personas afectadas por el shock y el estrés tras el evento. Estos esfuerzos son una parte esencial de un desarrollo verdaderamente sostenible.
En consecuencia, el énfasis no se centra tanto en ayudar a las personas y las comunidades a retomar la normalidad —y, por lo tanto, su vulnerabilidad al shock y el estrés dado—, sino más bien en ayudarlas a reducir su vulnerabilidad. De esta manera, se reducen las probabilidades de que sufran el mismo nivel de impacto como resultado de un shock y estrés similar.
Diseñar un programa de fortalecimiento de resiliencia
Los dos principales aspectos distintivos que es necesario tener en cuenta al diseñar un programa para el fortalecimiento de la resiliencia son la integración y la incertidumbre.
- Integración: los programas de resiliencia no deben centrarse solo en una categoría de shocks o estreses (como desastres naturales, alzas de los precios de los alimentos, cambio climático o conflictos), sino que es necesario diseñar una respuesta integral que aborde de forma conjunta las shocks y estreses más significativas.
- Incertidumbre: los programas de resiliencia deben ayudar a las personas a prepararse para riesgos imprevisibles y desconocidos, no solo los riesgos que podemos prever según lo que ha ocurrido en el pasado.
Además, algunos aspectos de las buenas prácticas de desarrollo sostenible son especialmente importantes para los programas de resiliencia. Entre estos, se incluyen:
- Un énfasis en el fortalecimiento o establecimiento de instituciones comunitarias. Con instituciones, nos referimos tanto a organizaciones comunitarias (por ejemplo, consejos directivos, iglesias y grupos de agricultores) y las «reglas del juego» conforme a las cuales estas operan (por ejemplo, la manera en la que eligen a los líderes y en la que comparten los recursos). Se requieren instituciones sólidas para la toma de decisiones y la acción conjuntas, la gestión de los recursos comunes y la experimentación y el aprendizaje, todas ellas, actividades vitales para la resiliencia.
- Una comprensión a fondo de todas las estrategias de subsistencia disponibles en una zona; es decir, la manera en que las personas emplean los activos disponibles para satisfacer sus necesidades de alimentos e ingresos, entre otras. Las personas resilientes adoptan estrategias de subsistencia diversas, flexibles y ecológicamente sostenibles.