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Estudios bíblicos

Estudio bíblico: ¿Odia Dios la Navidad?

Krish Kandiah nos ayuda a pensar acerca del tipo de culto que Dios quiere que la gente practique

Escrito por Dr Krish Kandiah 2017 Disponible en Inglés, Francés, Portugués y Español

Una mujer nepalesa con un vestido de color turquesa lee la Biblia en un taller comunitario
Un niño pequeño corretea por su barrio en la provincia de Chiang Mai (Tailandia), con una manzana en la mano

De: Niños huérfanos – Paso a Paso 101

Estudios de casos, actividades para los niños y las niñas y una emotiva entrevista sobre la experiencia de crecer en una institución para niños y niñas huérfanos

¿Cómo se sentiría usted si yo le dijera que Dios odia la Navidad? ¿O que le molesta el Adviento, la Cuaresma y la Semana Santa? ¿Y si le dijera que las reuniones de oración lo aburren y la comunión lo frustra?

¿En serio?

Bueno, eso es lo que Dios dice, al parecer, en uno de los pasajes de la Biblia que es el que más me asusta:

«No me sigan trayendo vanas ofrendas;
el incienso es para mí una abominación.
Luna nueva, día de reposo, asambleas
convocadas; ¡no soporto que con su
adoración me ofendan!
Yo aborrezco sus lunas nuevas y
festividades;
se me han vuelto una carga
que estoy cansado de soportar.
Cuando levantan sus manos, yo aparto de
ustedes mis ojos;
aunque multipliquen sus oraciones, no las
escucharé,
pues tienen las manos llenas de sangre».

(Isaías 1:13–15) 

¿Pide realmente Dios a su pueblo que deje de prestar sus servicios religiosos? ¿Está diciendo en realidad que las oraciones no tienen ningún sentido?

No se trata de que Dios esté en contra de las ofrendas, sino que las ordenó. No se trata de que Dios no tenga ningún interés en las oraciones, sino que las inició. No se trata de que Dios no disfrute de los festivales, sino que los inventó. 

Dios da un hogar a los desamparados. Ilustracione: Amy Levene/Wingfinger

Dios da un hogar a los desamparados.

No obstante, ninguno de estos elementos constituye un aspecto central del culto. Dios no lo convierte en algo complicado. De hecho, en los siguientes dos versos (Isaías 1:16-17), resume claramente el culto genuino en seis breves máximas:

1. ¡Dejen de hacer el mal!

2. ¡Aprendan a hacer el bien!

3. ¡Busquen la justicia  

4. y reprendan al opresor!

5. ¡Aboguen por el huérfano

6. y defiendan a la viuda!

Este es el tipo de culto que Dios quiere que la gente practique. Dios preferiría que dejemos de prestar nuestros servicios a que los proporcionemos sin tener en cuenta estas seis máximas.

La mayoría de las iglesias le da bastante importancia a la enseñanza de la máxima número uno: «¡Dejen de hacer el mal!». Algunas iglesias también enseñan la máxima número dos: «¡Aprendan a hacer el bien!». Sin embargo, a las demás máximas no se les presta demasiada atención. 

A mí me interesaría especialmente que la Iglesia volviera a descubrir este tipo de culto abordando la máxima número cinco: «¡Aboguen por el huérfano…!». Vivimos en un mundo fracturado, donde hay millones de niños huérfanos. Algunos de estos niños se encuentran en nuestras propias comunidades. Pero los cristianos y las iglesias están comenzando a descubrir la profundidad del verdadero culto que es posible practicar cuando obedecemos el llamado de Dios para defender su causa. En mi trabajo para la organización de beneficencia Home for Good, muchos cristianos me cuentan sus experiencias de brindar un hogar a un niño vulnerable y de darse cuenta de que son ellos los que resultan bendecidos y transformados.

En el mundo, cada vez más países están reconociendo que el mejor lugar para que los niños vulnerables crezcan en plenitud no son las instituciones como los orfanatos o las aldeas infantiles, sino las familias. Sabemos que Dios «da un hogar a los desamparados» (Salmos 68:6) y que «la religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es esta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones» (Santiago 1:27). El culto de la familia adopta un significado pleno y nuevo cuando abrimos nuestros hogares a las personas vulnerables en respuesta a la gracia y el amor divinos de nuestras vidas.

Por supuesto que Dios no odia la Navidad. No olvidemos que, en la historia de Navidad, Dios expone a nuestro mundo su corazón de Padre. Él confió su hijo al cuidado de María y José como una manera de que su familia nos adoptara a nosotros. Démosle a Dios el culto que exige nuestro evangelio. Descubramos qué significa abogar por el niño huérfano. 

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Escrito por

Escrito por  Dr Krish Kandiah

El Dr. Krish Kandiah es el presidente del equipo teológico de Tearfund y es padre adoptivo y de acogimiento. Además, fundó Home for Good, una organización de beneficencia que se dedica a buscar familias de acogimiento y de adopción para todos los niños que los necesitan en Reino Unido. Sitio web: www.homeforgood.org.uk Correo electrónico: [email protected]

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