El hermano Lal (nombre ficticio) era quizás el obrero cristiano más conocido en toda la región – estaba muy comprometido con su trabajo, era muy activo en la predicación y en la enseñanza en varios pueblos y también era una persona muy confiable.
Durante un período de hambruna, se le preguntó al Obispo si algún miembro responsable de sus iglesias pudiera ayudar con la distribución de alimentos y ropa para los necesitados. Fue una decisión fácil. El Hermano Lal sería responsable y aseguraría que todo se hiciera equitativamente y abiertamente.
A los pocos meses, el Obispo empezó a tener noticias preocupantes. Los miembros de una comunidad se quejaban de que no habían recibido ninguna ropa. Varias personas comentaron de que el Hermano Lal estaba extendiendo su casa y ¡que había comprado una tienda! ¿Cómo pudo hacer eso con un salario tan bajo? Un oficial de emergencia informó que latas de carne envasada, donadas por su organización, estaban de venta en el mercado.
En el camino equivocado
Para ser breve, en vez de servir al Señor, el Hermano Lal ahora se dedica al comercio a tiempo completo. El Obispo lamenta la pérdida de un buen obrero el cual no es fácil de reemplazar. También se preocupa por Lal, su vida personal y espiritual.
El primer desastre (la escasez) llevó a un segundo desastre (para la iglesia y el hermano Lal).
Las tentaciones y las presiones
Esta historia sirve para ilustrar un problema que se está volviendo más común a medida que incrementan los desastres. Las agencias de auxilio necesitan personas confiables y responsables para supervisar la distribución. Las iglesias ‘prestan’ a sus mejores personas. Pero por varias razones, algunas de éstas no soportan bien la tentación ¿Por qué?
En primer lugar, las tentaciones y las presiones son enormes. Un obrero mal pagado de repente tiene grandes recursos a su disposición. También hay presión de los ricos y poderosos quienes desean comprar los bienes que están destinados a la distribución gratuita. Pueda ser que presenten amenazas, soborno o que sencillamente persuadan al trabajador a darles lo que quieren.
Segundo, estos obreros sienten la responsabilidad hacia sus propias familias. Los parientes ruegan por un poco más. ¿Cómo se puede negar a su propia familia? ¿No nos dice la Biblia que debemos proveer por nuestras propias familias?
En tercer lugar, los miembros de la iglesia pueden pedir ayuda extra. ¿No deberíamos ayudar a nuestros hermanos cristianos?
Trabajando con sabiduría
El peso de éstas y otras presiones puede ser enorme – mucho más de lo que una persona pueda soportar sola ¿Qué se puede hacer para evitar esto? Un refrán antiguo nos dice que, ‘El peor mal es la corrupción de lo mejor.’ Animaría a los líderes de las iglesias a considerar lo siguiente…
- Sean cautelosos al proveer personas para el trabajo de emergencia. Los apóstoles vieron claramente que aquéllos que tenían los dones de predicación y oración no debían desviarse de ese trabajo para hacer el trabajo que podría ser hecho por otros (Hechos 6:1–7). Si, después de orar, parece correcto que el personal de la iglesia se involucre, escoja sabiamente a estas personas.
- Los seleccionados deberán estar equipados con capacitación adecuada (por ejemplo en administración, registros y comunicación), o deberán tener personas con habilidades apropiadas para que trabajen con ellos. El trabajo en equipo es mucho menos riesgoso que el depender de una sola persona.
- Tenga por escrito las responsabilidades y los deberes de todos los involucrados, para que todos conozcan sus responsabilidades.
- Fomente la apertura y los informes constantes. Las cuentas y los informes deberán estar abiertos para que sean examinados no sólo por la iglesia y los oficiales de la agencia de auxilio, sino también por la comunidad.
- Apoye a los trabajadores con oración y por medio de visitas. Tome interés en su trabajo. Si surgen sospechas, discútalas abiertamente con las personas implicadas, pero no juzgue antes de que los hechos estén claros. A veces los que se han mantenido leales a pesar de las enormes tentaciones, se pueden desanimar tremendamente a raíz de las acusaciones falsas y la falta de confianza.
Prepararse para lo inesperado
No es raro que la iglesia se vea involucrada en el trabajo de emergencia antes de poder prepararse – ¡normalmente los desastres ocurren sin aviso! Pero el personal puede estar capacitado para ser mejores administradores, saber cómo llevar registros y cuentas y cómo ser abiertos y responsables además de saber cómo dirigir reuniones públicas. La inversión que la iglesia o la agencia donante pueda hacer para desarrollar a las personas de esta forma es muy importante. Puede ayudar a preparar a la iglesia o los promotores comunitarios locales a enfrentar situaciones inesperadas – además de ayudarles a realizar mejor su trabajo diario. Pero todo esto será de poco valor si no es apoyado por una enseñanza cristiana sólida, el estudio bíblico y la oración que ayudan a desarrollar y fortalecer el caracter cristiano.
El autor trabajó en Uganda durante muchos años con Crosslinks (antes BCMS).
¿Y las Mujeres?
‘Las mujeres africanas tienen una mejor comprensión de la economía que los hombres; en general demuestran ser muy buenas personas de negocios. Entonces, ¿por qué no ponemos a más mujeres a cargo de los fondos de la iglesia y de los proyectos? ¡Una vez que los hombres acepten la idea de tesoreras femeninas se resolverá el problema de la mala contabilidad y de fraudes!’
Comentario de un señor senegalés durante una conferencia reciente de RURCON en Senegal.