Cuando les digo a las personas que soy recaudadora de fondos, con frecuencia me responden cosas como «No me gustaría hacer ese trabajo» o «Debe de ser duro». Entonces, yo les pregunto cómo se sienten cuando alguien es generoso con ellas o cuando ellas son generosas con alguien. La mayoría me responde que es algo que enriquece sus vidas y que las hace sentirse liberadas y realizadas.
¿Por qué la gente supone que la recaudación de fondos es una tarea difícil, a pesar del inmenso placer que produce el dar y el recibir? Es posible que se deba a que, además de generosidad, en nuestro mundo también abunda la codicia.
Cuestión de equilibrio
Jesús dijo: «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:24). También dijo: «Miren, guárdense de toda codicia, porque la vida de uno no consiste en la abundancia de los bienes que posee» (Lucas 12:15).
Cuando comencé a recaudar fondos, lo primero que noté fue que las personas más generosas suelen ser las más satisfechas. Ellas saben que el dinero puede convertirse en su señor, pero están decididas a no permitir que eso ocurra. Contribuyen generosamente con lo que pueden, lo cual las ayuda a mantener un equilibrio en sus propias vidas, al tiempo que son una bendición para los demás.
Una forma de ministerio
He descubierto el placer de hablar con las personas sobre el acto de dar. Me encanta invitarlas a formar parte de algo más grande que ellas mismas para ayudar a reducir la pobreza, empoderar a la iglesia, brindar dignidad y sanar el mundo creado por Dios.
En su libro A spirituality of fundraising, Henri Nouwen afirma: «La recaudación de fondos es, ante todo, una forma de ministerio. La recaudación de fondos es una manera de manifestar aquello en lo que creemos de tal manera que ofrecemos a los demás la oportunidad de unírsenos en nuestras visión y misión. Cuando nos disponemos a recaudar fondos, no decimos: “Por favor, ayúdenos porque últimamente hemos tenido muchos problemas”, sino que, más bien, declaramos: “Tenemos una visión que es extraordinaria y apasionante. Los invitamos a involucrarse, por medio de los recursos que Dios les ha concedido —su energía, sus oraciones y su dinero—, a esta obra que Dios nos ha llamado a realizar”» [cita traducida].
Ver a la gente invertir recursos en la obra de Dios me ha llevado a revisar mi propia actitud frente al dinero y a hacer cambios cuando es necesario. También he aprendido a confiar en que Dios está presente en los diálogos que entablo. Me he dado cuenta de que, si alguien no quiere dar y si yo he hecho bien mi trabajo, puedo confiar en que el Señor les reserva otra manera de involucrarse. No es algo personal: se trata de Dios, no de mí.
Cuando un proyecto necesita una gran cantidad de dinero, no me asusto. Me emociono al saber que Dios ya está movilizando a su pueblo y que lo está llamando a participar en algo nuevo que bendecirá a todos quienes se involucren.
Deje que Dios lo utilice para invitar a las personas a formar parte de su visión. Si el Señor ya está hablando a las personas que lo apoyarán sobre su obra, estará tocando una puerta que ya está abierta. Prepárese para que el Señor haga más de lo que usted jamás podría pedir o imaginar (Efesios 3:20).
Claves para una buena recaudación de fondos
Ore
Comience siempre en oración. La obra a la que está invitando a las personas a apoyar ¿enriquecerá sus vidas y las motivará a participar del gran plan de Dios? Pídale a Dios que le guíe en dirección de las personas indicadas en el momento adecuado. Ore por que él guíe sus conversaciones y por que, cualquiera sea el resultado, Dios sea glorificado.
Establezca relaciones
Una recaudación de fondos exitosa exige establecer buenas relaciones. Es necesario que la gente pueda confiar en que el dinero que da se utilizará de forma responsable.
Piense detenidamente sobre cómo pedir dinero a alguien. La manera más eficaz es hacerlo en persona. Por ejemplo, visitando a las personas o a una iglesia, empresa u oficina gubernamental. Si decide hacerlo por escrito, se recomienda personalizar las cartas y evitar enviar una misma carta a un grupo de personas.
Si es posible y apropiado, invite a la gente a observar su trabajo. Además de ayudarlas a entender mejor el proyecto, estas visitas permiten establecer conexiones duraderas entre las personas que lo apoyan y las comunidades en las que usted trabaja.
Explique el problema
Describa claramente la situación que está tratando de mejorar y las consecuencias de no hacer nada. Por ejemplo, explique por qué es un problema que la gente no tenga acceso a agua potable y saneamiento, y no solo lo que usted está haciendo al respecto.
Utilice historias, fotos e incluso videos breves para ayudar a los donantes potenciales a identificarse con las comunidades. Explíqueles qué planea hacer, con quién planea hacerlo y cómo planea hacerlo. Incluya un presupuesto en la propuesta y un cálculo aproximado del número de personas que se beneficiarán con el proyecto.
Explique cómo monitoreará el progreso y evaluará el impacto. Describa los beneficios a largo plazo que espera obtener como resultado del proyecto.
Dé las gracias
Cuando la gente da, ¡asegúrese de agradecérselo!
Mantenga a las personas que lo apoyan al tanto de las novedades y envíeles informes para que puedan orar por el trabajo y ver el impacto que está teniendo. Comparta los aspectos positivos y no excluya los aspectos negativos. La razón por la que trabaja donde lo hace es porque existen desafíos. Si algo sale mal, comunique rápidamente lo que ha ocurrido y por qué ha ocurrido. Explique lo que ha aprendido y los cambios que hará para mejorar el trabajo en el futuro.