«Cuando veo aparecer nubes u oigo el ruido de camiones pesados, me empiezo a sentir mal porque me recuerda lo que vi y oí durante el ciclón Idai», cuenta un miembro de la comunidad de Chipinge en Zimbabue.
Cuando el ciclón Idai azotó Chipinge en marzo de 2019, el desastre cobró proporciones devastadoras. Varios cientos de personas perdieron a familiares, amigos y vecinos, además de sus hogares y pertenencias. La comunidad quedó destruida y traumatizada por la experiencia. Las personas tenían pesadillas, problemas para conciliar el sueño y no podían caminar en la oscuridad porque les recordaba la noche en que el ciclón azotó su comunidad. Cualquier lluvia les hacía revivir el trauma.
Apoyo local
Cuando el equipo de Evangelical Fellowship of Zimbabwe realizó una evaluación de necesidades en Chipinge, se hizo evidente que la población necesitaba desesperadamente apoyo psicológico. Como resultado, sesenta facilitadores pertenecientes a la comunidad y las iglesias locales fueron capacitados en primeros auxilios para la salud mental por la Africa University.
El objetivo era formar un equipo de personas del lugar que pudieran brindar apoyo en salud mental, en la comunidad, de forma inmediata y a más largo plazo. El grupo recibió capacitación en temas tales como el trauma, el empoderamiento de personas sobrevivientes y la sanación de recuerdos.
Los facilitadores ahora brindan apoyo individual y en pequeños grupos a los miembros de la comunidad. Cuando las personas necesitan ayuda más especializada, se las deriva a organizaciones como Childline (un servicio de asistencia telefónica para la infancia y la juventud) y el Ministerio de Bienestar Social.
Según uno de los facilitadores, el Sr. Sithole, el camino que recorren con cada persona les ha ayudado a entender que afrontar el trauma es un proceso, no un evento: «Es necesario establecer una relación con las personas para que se animen a hablar de sus experiencias y del impacto que estas han tenido en su vida».
La capacitación también ayudó a que los facilitadores superaran algunos de sus propios traumas. El Sr. Nduna, un líder de la iglesia, comentó: «Antes de la capacitación, no sabía que estaba traumatizado y sufriendo, pero durante la capacitación me brindaron ayuda y ahora puedo ayudar a mi familia y a otras personas».