Anduvimos por unos caminos polvorientos y llenos de baches para llegar a una granja remota en el norte de Tanzania. Mi primera visita a la granja fue hace tres años, justo depués de la construcción del biodigestor familiar y tenía muchas ganas de ver el impacto en la vida familiar.
Los biodigestores transforman la materia orgánica, como el abono animal y los desechos de alimentos, en combustible limpio que puede utilizarse para cocinar. El biogás puede reemplazar, o reducir significativamente, la dependencia de otras fuentes de combustible, como la madera o el carbón.
Cocinas libres de humo
Nos sentamos en la galería con vista a la granja y el pastor Julius me contó lo bien que les estaba yendo con el biodigestor. Marsha, su esposa, nos convidó té recién preparado en una cocina alimentada con biogás del digestor.
Marsha nos mostró la cocina y quedé impresionado con cómo había cambiado todo desde mi última visita. En aquella oportunidad, las paredes estaban negras de hollín y un fuego abierto llenaba la cocina de un humo que irritaba los ojos. Ahora, la cocina estaba limpia sin hollín, había azulejos en las paredes y tenía una superficie de trabajo elevada.
«El biogás es mejor que la leña porque hace las cosas más sencillas y cocinar lleva menos tiempo», nos comentó Marsha. En Tanzania, algunas mujeres, niños y niñas se pasan cuatro horas al día recogiendo leña. Esto equivale a 1460 horas, o 61 días, al año.
«Otra cosa realmente buena es que ahora mi esposo viene a la cocina y podemos conversar sobre la familia», agrega Marsha. «A mi esposo, no le gusta cuando las cocinas se llenan de humo, pero ahora podemos charlar mientras cocino».
El pastor Julius nos contó que antes no iba a la cocina porque el humo le hacía llorar los ojos y en la cultura masái es vergonzoso ver llorar a un hombre respetado. Ahora, le gusta pasar mucho más tiempo en la cocina con su esposa y el resto de la familia.
Fue muy emotivo estar conversando cerca de la cocina a biogás mientras Marsha preparaba un plato de verduras para nuestra comida.
