NOTA: Este artículo contiene referencias a la violencia sexual y de género.
Emma* creció en un pequeño pueblo rural de Liberia, y su padre creía firmemente que enviarla a la escuela iba a ser un desperdicio de tiempo y dinero. En su lugar, a los ocho años, Emma fue enviada a una sociedad de mujeres secreta cuya misión era preparar a niñas jóvenes para el matrimonio.
Como parte de su iniciación en esta sociedad, Emma sufrió mutilación/ablación genital femenina. Permaneció en esa sociedad durante dos años y le enseñaron a desempeñar quehaceres domésticos.
Cuando Emma regresó al pueblo, su familia hizo una celebración de bienvenida.
No obstante, luego de la fiesta, Emma fue atacada y violada por un hombre del pueblo. Cuando se lo contó a sus padres, le dijeron que ahora iba a tener que casarse con su agresor.
Huir de la violencia
Traumatizada, Emma huyó hacia un bosque cercano. Estaba asustada y sola, y no tenía un lugar seguro al cual ir. Al cabo de unos días, Emma conoció a un cazador que la acogió y le dio albergue con su familia. Pero al poco tiempo, la obligaron a contraer matrimonio con el hijo del cazador. Emma tenía 12 años y él, 25.
Con el tiempo, Emma llegó a tener siete hijos. La familia vivía en la pobreza extrema. Emma iba a un arroyo cercano a pescar para poner comida en la mesa, mientras su marido trabajaba como jornalero cortando pasto.
Tras una vida de abuso y trauma, Emma estaba agotada y había perdido toda esperanza. Poco a poco se refugió en el alcohol para escapar de sus sentimientos de impotencia e inutilidad.
La sanidad llega a su vida
Tiempo después, Emma fue invitada a un taller llamado «Camino hacia la sanidad» a cargo de una organización socia local de Tearfund. Allí conoció a otras mujeres con historias de sufrimiento y abuso similares, y finalmente por primera vez se sintió capaz de hablar de los traumas de su infancia.
Al contarse sus historias, Emma y las demás mujeres encontraron amor y atención en el grupo. También comenzaron a ahorrar y trabajar en proyectos juntas para poder obtener ingresos. Hoy en día, Emma siembra arroz y maní cerca de su casa, y sus hijos tienen suficiente para comer todos los días.
Por primera vez en su vida, Emma está comenzando a descubrir su verdadero valor y ve el futuro con optimismo. «Ahora tengo una familia que se preocupa por mí», comenta al hablar del grupo de apoyo «Camino hacia la sanidad». Emma también ayuda a proteger y apoyar a otras mujeres como facilitadora de un grupo de apoyo. Nos cuenta: «Nunca pensé que podría hacer esto, que otras personas me escucharían… Espero poder ayudar a más personas en el futuro».
*El nombre ha sido cambiado