Si bien en Etiopía existen más de 20 000 grupos de autoayuda, hasta hace poco tiempo el Gobierno no los había reconocido legalmente.
En esta entrevista, Mesfin Abebe, el coordinador de incidencia de Tearfund en Etiopía, reflexiona sobre por qué el reconocimiento legal de los grupos de autoayuda es tan importante, y cómo, después de muchos años de esfuerzos de incidencia, consiguieron recientemente este logro.
¿Qué es un grupo de autoayuda?
Los grupos de autoayuda tienen una identidad muy distintiva. Son grupos concebidos para las personas con la menor cantidad de recursos económicos de una comunidad (por ejemplo, mujeres y personas con discapacidad) y escasas oportunidades de contribuir a la toma de decisiones local. Estos grupos se autogestionan de una manera altamente participativa, y les dan a todos sus miembros la oportunidad de aprender técnicas de liderazgo y finanzas.
Cada grupo tiene entre 15 y 20 miembros de un nivel socioeconómico similar, y se reúne una vez a la semana para debatir sobre distintas cuestiones, buscar soluciones a los problemas comunes y establecer relaciones de confianza y solidaridad.
Todos los miembros ahorran una pequeña cantidad de dinero a la semana. Los miembros pueden pedir préstamos con bajos intereses para cubrir las necesidades del hogar o para invertir en pequeños negocios. Los facilitadores locales enseñan a los grupos a autogestionarse de forma eficaz y les brindan capacitación para pequeños negocios. A medida que adquieren confianza, muchos grupos comienzan a desempeñar un papel activo en su comunidad, por ejemplo, abogando por el cambio.
¿Por qué es importante el reconocimiento legal?
Durante muchos años, el Gobierno etíope ha admitido que los grupos de autoayuda apoyan a miles de personas a salir de la pobreza económica. No obstante, sin el reconocimiento legal, existe el peligro de que los principios esenciales de los grupos —como la importancia de dar prioridad a las personas más vulnerables— pierdan su fuerza. Esto se debe a que, al no poseer una clasificación legal, se los percibe como entidades similares a otros grupos o cooperativas, a pesar de que se establecen con un propósito distinto.
Por otra parte, sin el reconocimiento legal, los grupos de autoayuda no tienen acceso a los servicios financieros o al apoyo gubernamental que tienen otros grupos comunitarios. Como dice el miembro de un grupo de autoayuda, «el valor de haber obtenido el reconocimiento legal es incalculable. Los bancos y otros organismos nos menospreciaban cuando acudíamos a ellos para solicitarles ciertos servicios, como préstamos. Pero ahora, podemos ir con la frente alta y los bancos nos tratan con respeto».