Casa Filadélfia (CAF) es una organización cristiana en São Paulo, Brasil, que apoya a los niños, los adolescentes y las familias que viven con o están afectados por el VIH. Los proyectos de CAF están diseñados para llegar a las personas que están excluidas de la sociedad, para ayudar a restaurar su autoestima y equiparlas con las destrezas que necesitan para el futuro.
En el refugio ‘Our Home’ (Nuestro Hogar) de CAF, los niños y jóvenes que viven con el VIH, muchos de los cuales anteriormente vivían en las calles, se convierten en parte de una nueva familia. Son referidos a CAF por el gobierno local, los hospitales y otros refugios. En ‘Our Home’ se satisfacen sus necesidades físicas básicas, como el alimento, la ropa y el alojamiento, y también encuentran apoyo social y emocional. Por medio de esto, ellos inician el proceso de regresar a vivir dentro de una familia. Algunos regresan a sus familias originales, mientras que otros son apoyados por un familiar, como una abuela o una tía, o son adoptados por una familia de apoyo.
Como familias de apoyo, participan familias de las iglesias locales, voluntarios y hasta familias que son beneficiarias de otros proyectos CAF. Ellos cuidan a los niños durante los fines de semana y los días festivos escolares. Esto les ofrece a los niños una oportunidad de hacer nuevos amigos y de participar de nuevo en una vida familiar. Muchas familias de apoyo deciden convertirse en familias adoptivas.
Regresar a una familia no es un proceso fácil. Debe basarse en el amor y la aceptación. Los niños y jóvenes que viven en refugios o en las calles ya han experimentado la pérdida o la separación de sus padres. Muchos tienen recuerdos de haber sido abandonados y algunos han conocido la violencia y el abuso. A menudo se les dificulta ser abiertos y confiar de nuevo en los adultos. Aquellos que viven con el VIH también tienen que enfrentar problemas de salud y lidiar con los efectos secundarios físicos y emocionales de los fuertes medicamentos. Se necesita paciencia, entendimiento y ánimo. Es importante que exista una buena comunicación entre los niños, el equipo de CAF, las autoridades locales y las familias que participan en el proceso. Deben escucharse los sentimientos y los puntos de vista de los niños. El proceso toma mucho tiempo y perseverancia y hay mucho que aprender.
Ieda Maria Siebra Bochio es Coordinadora General de Casa Filadélfia.
E-mail: ieda@caf.org.br
Estudio de caso
Algunos niños tienen discapacidades o problemas de aprendizaje que hacen el proceso más difícil. ‘W’ tiene ocho años de edad y llegó desde otro refugio hace dos años. Sus dificultades con el habla son provocadas en parte por estrés emocional debido a la separación de su madre cuando era muy joven y también debido al maltrato en el otro refugio. Al principio, no podía comunicarse adecuadamente, de modo que se le dificultaba hacer amigos y disfrutar de los juegos con otros niños en CAF. A menudo se sentía triste y solitario. Una familia de una iglesia local escuchó sobre esta situación y lo invitó a pasar un fin de semana con ellos. A pesar de que se les hacía difícil entenderlo, ellos continuaban animándolo, hablándole, y le prestaron mucha atención. Al transcurrir el tiempo esta relación y apoyo aumentó la confianza y la autoestima de ‘W’, lo que le permitió socializar mejor con otros niños.
Estudio de caso
Sebastiana está viviendo con el VIH. Ella tiene 44 años de edad y tiene una familia numerosa de 16 personas que viven bajo el mismo techo. Ella no tenía medios para ganarse la vida para mantener a su familia hasta que empezó a asistir a un taller de CAF, donde aprendió la labor de retales. Se hizo muy diestra y empezó a vender sus productos. También empezó a ayudar en el taller, enseñando a otras mujeres lo que ella ya había aprendido. El refugio de los niños se encuentra en el mismo edificio donde se realizan los talleres, y un día Sebastiana conoció a ‘J’, un niño de 13 años de edad de nuestro proyecto ‘Our Home’. Ella observó que él estaba llorando y estaba muy disgustado, de modo que le habló y se hicieron amigos. A pesar de que ella es una persona muy ocupada y tiene una familia grande que mantener, se ofreció como voluntaria para convertirse en su familia de apoyo. En la casa de Sebastiana a ‘J’ le gusta ayudarla en la cocina y jugar con los hijos de ella. Su casa es muy sencilla y Sebastiana no tiene mucho dinero, pero a ella le preocupa ‘J’ y su futuro y está preparada para proveerle, no solamente alimento, sino amor y cuidado, al igual que hace con sus hijos y nietos naturales. Ahora ‘J’ siente que es parte de la familia.