Traiga a la mente un momento en el que alguien, tal vez un familiar o alguien en su comunidad, sufría de una enfermedad incurable.
Reflexión
- ¿Qué recuerda de aquella época?
- ¿Cómo le hizo sentir esa experiencia?
Leamos Salmos 38
- ¿Cómo se ve afectada la vida del salmista por su sufrimiento?
- ¿Puede identificarse con alguna de estas áreas?
Este salmo no se trata específicamente de una persona que sufre de una enfermedad incurable. Sin embargo, el dolor físico, moral, social y emocional que expresa el salmista reflejan algunas de las experiencias y los sentimientos de las personas que padecen enfermedades de larga duración. Su último clamor es que el Señor no debe abandonarlo, sino ir pronto en su ayuda (v. 21-22).
Los cuidados paliativos buscan dar respuesta al dolor físico, psicológico, social y espiritual – y otros síntomas – de las personas con enfermedades incurables progresivas. Requiere de la participación de muchas personas distintas – empezando por el paciente; incluyendo a los trabajadores de la salud y otras personas, trabajando en estrecha colaboración con miembros de la familia. En nuestro trabajo en Malawi, las autoridades tradicionales (jefes) y los líderes espirituales también desempeñan un papel importante en buscar cuidadores para los pacientes que son dados de alta del hospital.
Encontrando esperanza
Dame Cicely Saunders – la fundadora del movimiento moderno de cuidado paliativo en hospicios – dijo: ‘usted es importante por ser usted, usted es importante hasta el último momento de su vida y nosotros haremos todo lo que podamos para ayudarle a vivir hasta su muerte.’
Leamos 1 Corintios 15:9-22, 2 Timoteo 1:10
- ¿Qué diferencia hace afrontar el sufrimiento con Jesús?
A muchos de nosotros nos resulta difícil pasar tiempo con aquellos que viven con una condición incurable. Tal vez sentimos que no tenemos mucho que dar, tal vez nos recuerda demasiado claramente que todos somos mortales.
Los cristianos tienen mucho que ofrecer a las personas que están luchando con una enfermedad incurable. Nosotros estamos conscientes de una clara esperanza más allá del aquí y del ahora: la firme promesa de vida eterna con Dios. Quizás tengamos o no la oportunidad de compartir esta esperanza con los que sufren, pero nos puede ayudar a apoyar a los necesitados, acercándonos a ellos en lugar de alejarnos.
Leamos Juan 11:25-26
- ¿Cómo enfrentó Jesús el sufrimiento?
- ¿Cómo podemos seguir su ejemplo en nuestras propias vidas?
En su momento de mayor necesidad en el jardín de Getsemaní, Jesús les pidió a sus discípulos velar y orar. Para muchas personas velar (‘estar presente con’) y orar pueden ser maneras para demostrar amor y llevar esperanza, alejando las nubes de la desesperación y la depresión que pueden acompañar a un cuerpo enfermo. El amor de Jesús nunca falla y perdura aún después de la tumba.
Jane Bates es doctora en cuidados paliativos en Blantyre, Malawi.
Sitio web: www.palliativecaresupport.org