Algunos creyentes en Cristo creen que la búsqueda de ayuda médica refleja una falta de fe en Dios. Existen quienes creen, erróneamente, que deben desechar sus medicinas y dedicarse a orar por sanidad.
Cuando meditamos en la forma en la que nos comportamos en otras áreas de nuestra vida, nos damos cuenta de la falta de lógica de este punto de vista. Si su bicicleta se descompone, ¿la lleva al mecánico o espera a que Dios haga un milagro y la arregle? Si se abre una gotera en el techo de su casa, ¿espera a que Dios repare el techo o lo repara usted? Dios puede reparar una bicicleta o arreglar el techo de una casa; asimismo Él puede sanar nuestro cuerpo. El hecho de que Dios pueda hacer milagros de sanidad no significa que debamos siempre esperar milagros. Debemos buscar la ayuda de los que tienen el conocimiento y las habilidades para ayudarnos.
¿Qué dice la Biblia con relación a los médicos?
Muchos versículos en la Biblia hablan del uso de los tratamientos médicos que eran comunes en aquellos días. Entre estos, está el uso de:
vendajes (Isaías 1:6) aceite (Santiago 5:14) aceite y vino (Lucas 10:34) hojas (Ezequiel 47:12) bálsamo (Jeremías 8:22). Sabemos que Lucas, el autor del libro de los Hechos y del Evangelio que lleva su nombre, fue médico (Colosenses 4:14). En cierta ocasión, Pablo le dio un consejo a Timoteo, relacionado con un tratamiento médico (1 Timoteo 5:23). En la Biblia se menciona a médicos unas doce veces. El único versículo que puede ser usado erróneamente para enseñar que no debemos recurrir a los médicos es 2 Crónicas 16:12, que dice: «En el año treinta y nueve de su reinado, Asá se enfermó de los pies; y aunque su enfermedad era grave, no buscó al Señor, sino que recurrió a los médicos».’ El problema aquí no fue que Asá recurrió a los médicos, sino que él «no buscó al Señor». Siempre debemos acudir a la ayuda de Dios «además de» y no «en lugar de» recurrir al tratamiento médico adecuado. En Mateo 9, los fariseos le preguntaron a Jesús por qué pasaba tiempo con los pecadores. Jesús les contestó: «No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos» (Mateo 9:12). Jesús reconoció que los enfermos necesitan a los médicos. Él no condenó el acto de acudir a los médicos ni a los tratamientos «del mundo». Sí, Jesús hizo muchos milagros de sanidad mientras estaba en este mundo, pero estos fueron en parte para demostrar a los pueblos que Él era el Mesías prometido (Lucas 4:18).