Leer Marcos 2:1–12
¡Qué multitud! Como siempre, la gente había venido de todas partes para escuchar las enseñanzas de Jesús. Sin embargo, para las personas con discapacidad, debió haber sido muy difícil encontrarse con él. Quienes tenían movilidad reducida no podían caminar hacia él. Las personas con deficiencia auditiva o visual no podían oírlo o verlo. Aquellos considerados «impuros» (p. ej., personas con lepra) no podían acercarse a él ni tocarlo.
Pero aquí vemos a un grupo de personas que hacen lo imposible para que su amigo se encuentre con Jesús. Van más allá de la compasión. Lo levantan y lo cargan, posiblemente durante kilómetros, en dirección a donde Jesús está hablando.
Sin embargo, cuando llegan allá, ¡la casa está llena! No se desaniman, sino que deciden, literalmente, romper las barreras entre su amigo y Jesús. Hacen una abertura en el techo y bajan al hombre. (Marcos 2:4)
Un encuentro con amor
Cuando el hombre llega al suelo, es recibido con amor. Jesús le dice: «Hijo, tus pecados te son perdonados» (Marcos 2:5). Es casi como si Jesús ignorara la discapacidad. Es como si le dijera al hombre: «No te preocupes por tu discapacidad, algo más grande ha sucedido: ¡tus pecados te son perdonados!». Este hombre, como cualquier otra persona, necesita perdón y Jesús sabe que su alma eterna es mucho más importante que cualquier discapacidad. Tras un momento de reflexión, a fin de mostrarles a los líderes religiosos que él es Dios, Jesús sana la discapacidad.
Desafortunadamente, y con tristeza, nuestras iglesias a menudo ponen barreras que impiden que las personas con discapacidad conozcan a Dios. No son solo barreras físicas, también entran en juego las actitudes; por ejemplo, los comentarios de los demás sobre una persona con una discapacidad intelectual que hace ruidos o movimientos involuntarios.
Una tarea importante
Según el Movimiento de Lausana para la evangelización mundial, las personas con discapacidad representan uno de los grupos más grandes que aún no conocen la palabra de Dios. Solo entre el 5 % y el 10 % realmente han escuchado el evangelio.
Como hizo el grupo de amigos, nuestra tarea es derribar las barreras que afectan a las personas con discapacidad, para que todos puedan conocer a Jesús.
Preguntas para considerar
- ¿Hay barreras en su iglesia que impiden que las personas con diferentes tipos de discapacidad escuchen el evangelio y conozcan a Jesús? Piense tanto en las actitudes de las personas como en las barreras físicas.
- ¿Qué pueden hacer usted y su iglesia para derribar estas barreras?
- ¿De qué manera puede usted, hoy, demostrar amor a alguien que vive con una discapacidad?
Un desafío de parte del Movimiento de Lausana
«Servir a las personas con discapacidad no termina con el cuidado médico ni con la asistencia social. Implica luchar junto con ellas, con quienes las cuidan y con sus familias por la inclusión y la equidad, tanto en la sociedad como en la iglesia. Dios nos llama a la amistad mutua, al respeto, al amor y a la justicia».
Lectura recomendada: Disability in mission: the church’s hidden treasure [La discapacidad en la misión: el tesoro escondido de la iglesia], editado por David Deuel y Nathan John.
Puede encontrar más información sobre el Movimiento de Lausana en su página web, disponible en inglés, francés, español y portugués: www.lausanne.org