Cuando estamos enseñando, capacitando y facilitando sobre cualquier tema puede ser una tentación dar todas las respuestas. Pero cuando no damos las respuestas, les damos a las personas con quienes estamos trabajando algo aún más importante: la oportunidad de descubrir lo que ya saben y aumentar su confianza. De este modo ayudamos a las personas a movilizar sus propios recursos.
Este es un ejemplo de una conversación sobre cómo ponerle un precio a un nuevo producto. La facilitadora se niega a dar las respuestas, pero hace preguntas útiles.
Facilitadora: ¿Por cuánto lo vas a vender?
Estudiante: No sé.
Facilitadora: ¿Y qué piensas que debes saber para ayudarte a decidir cuál debería ser el precio de tu producto?
Estudiante: En primer lugar, necesito saber el costo, pero no sé calcular el costo.
Facilitadora: ¿Qué necesitas para ayudarte a calcularlo?
Estudiante: Necesito capacitación en cómo calcular un costo.
La facilitadora le recuerda a la estudiante lo que ella ya sabe.
Facilitadora: Yo creo que tú sabes cuánto gastas al mes en costo de vida.
Estudiante: Sí, lo sé. Gasto aproximadamente 600 birr.
Facilitadora: ¿Cómo calculas tus gastos mensuales?
Estudiante: Hago una lista de lo que necesito para un mes y verifico el precio de cada artículo en la tienda cercana. Sé cuánto gasto en alquiler de la vivienda y demás.
Facilitadora: Me has dicho que sabes cuál es tu costo de vida. Entonces, ¿por qué me dices “necesito capacitación para calcular el costo de mi producto”?
Estudiante: Esto es lo que sé que están diciendo las personas. Si quieres aprender sobre algo necesitas capacitación.
Facilitadora: ¿Obtuviste capacitación para calcular tu costo de vida?
Estudiante: No.
Facilitadora: Entonces, ¿puedes decirme los artículos que necesitas comprar para tu producto y el precio de cada artículo?
Estudiante: Sé lo que necesito. Pero no sé el precio de algunos de los artículos.
La facilitadora anima a la estudiante a resolver su propio problema.
Facilitadora: Bien. ¿Dónde crees que puedes averiguar esos precios?
Estudiante: Puedo ir al mercado y verificar el precio de venta de los artículos.
Facilitadora: ¿Cuánto tiempo te tomará obtener la información sobre los precios y terminar tu producto?
Estudiante: Necesito medio día para verificar el precio de venta y tres días para terminar el producto.
La facilitadora desarrolla la confianza de la estudiante preguntando lo que ha aprendido.
Facilitadora: Dime ahora, ¿qué has aprendido sobre ti misma de esta conversación?
Estudiante: Creo que puedo aprender si sé lo que necesito. ¿De qué manera? Puedo averiguar lo que necesito para un producto y estimar el costo de cada artículo.
Facilitadora: ¿Qué más has aprendido acerca de ti misma?
Estudiante: Pensaba que podía aprender sobre cómo calcular los costos únicamente si asistía a una capacitación. Ahora creo que puedo enseñarme a mí misma.
Hay tres aspectos en una conversación que tenga como meta el aprendizaje:
- Pertinencia para la vida – salvo que un tema de aprendizaje sea pertinente para la vida de los estudiantes es poco probable que inviertan la energía para aprender y cambiar.
- Tutoría – esto se enfoca en lo que los estudiantes quieren aprender y dónde esperan mejorar su desempeño.
- Aprender a aprender – la conversación podría cuestionar las formas actuales de aprender y tomar en cuenta la necesidad de aprender las cosas de una manera diferente.
Preguntas a considerar
- ¿Puede usted identificar los tres aspectos diferentes de la conversación anterior?>
- ¿Cómo cree que puede mejorarse la conversación?
- ¿Cómo podría utilizarse este enfoque con niños?