Una de las características de Dios es la justicia. A Él le preocupa profundamente la vida de cada individuo.
En toda la Biblia leemos sobre esta preocupación y sobre cómo Dios envió a su hijo Jesús para traer justicia.Como cristianos debemos compartir esta pasión por la justicia. Las leyes de Dios son constantes. La intención de las mismas es asegurar libertad y justicia para cada persona – en cualquier cultura o situación. Las iglesias deben compartir la preocupación de Dios por la gente pobre y la oprimida. Esta guía inicia con un entendimiento de la enseñanza bíblica y nuestro llamado a desafiar la injusticia, en especial, cuando afecta a la gente pobre y vulnerable.
Como cristianos debemos estar motivados por el amor en lugar de por la ley. Estamos llamados a buscar activamente la justicia y defender los derechos de otras personas mientras que, al mismo tiempo, podemos ser llamados a aceptar la injusticia contra nosotros mismos. Esta guía busca ayudar a las personas a aprender sobre sus derechos humanos y a debatir modos de promover los mismos en diferentes situaciones locales.
Objetivos
- Aumentar el entendimiento del amor de Dios por la justicia por medio del estudio bíblico, la reflexión y el debate
- Aumentar la conciencia de los líderes de iglesia y comunitarios sobre su capacidad para motivar una respuesta comunitaria positiva frente a la injusticia Desarrollar un entendimiento de los derechos humanos y del contenido de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU
- Que la iglesia y los miembros de grupos comunitarios obtengan un entendimiento útil sobre los procesos de abogar por los derechos humanos en nombre de, o junto con, aquellos que sufren injusticia
- Que la iglesia y los miembros de grupos comunitarios ganen confianza en hacer frente a la corrupción y al abuso de poder