Iván Monzón Muñoz es psicólogo social y director de Cultura Juvenil y Reducción de Riesgo de la Fundación Doulos en Guatemala. Aquí cuenta algunas de las lecciones que ha aprendido acerca de la resiliencia al trabajar con comunidades marginadas durante muchos años.
¿Qué significa la resiliencia para usted?
Cuando me mudé con mi familia a Haití tras el terremoto de 2010, pensé que sabía mucho sobre la resiliencia. En ese entonces, la habría descrito como «la capacidad de recuperar la estabilidad después de una crisis». Pero, tras cuatro años de trabajo en comunidades donde las crisis son parte de la «vida normal», mi concepto de resiliencia cambió a algo así como «la capacidad de perseverar, a pesar de las crisis». No como una mariposa que se sacude el polvo luego de una erupción volcánica y que se va volando, sino como una oruga que intenta convertirse en mariposa en el cráter de un volcán activo. Es difícil, pero no imposible.
Ahora, en Guatemala, apoyo a las iglesias y a los ministerios para que puedan construir relaciones sólidas con los jóvenes y crear entornos de apoyo y protección para ellos. Esto no solo los ayuda a sobrevivir, sino también a desarrollarse plenamente.
¿Cuáles son los desafíos específicos que enfrentan los jóvenes en la región?
Muchos jóvenes están expuestos a la violencia y la delincuencia, la violencia doméstica y la violencia sexual y de género, y son reclutados por pandillas armadas desde muy temprana edad. También tienen otro tipo de presiones, como el desempleo y los desastres naturales. La pandemia de Covid-19 ha agravado algunos de estos problemas.
Desafortunadamente, algunos jóvenes intentan evadir la realidad consumiendo drogas y alcohol, jugando videojuegos compulsivamente, mirando pornografía o suicidándose. Muchos sufren ansiedad y depresión, lo que los lleva a perder la motivación y, en algunos casos, a adoptar comportamientos violentos e impredecibles.
¿Cómo se puede ayudar a estos jóvenes?
Es fácil pensar que lo que más necesitan las familias y los jóvenes desfavorecidos es alimentos y ropa, en especial, en medio de una crisis, como una guerra, un terremoto o el Covid-19. Sin embargo, luego de más de diez años de trabajo con comunidades vulnerables, pienso que los diversos aspectos de la resiliencia relacionados con la salud mental no suelen abordarse suficientemente.
Muchos jóvenes se sienten solos. No tienen a nadie en quien confiar como para hablar de sus sentimientos y problemas personales. Hace poco, un adolescente de un barrio urbano me dijo: «Podemos obtener alimentos y ropa, pero lo que más necesitamos es que más gente crea en nuestros sueños y en que podemos alcanzarlos». Otro comentó: «Me encantaría tener a alguien con quien poder hablar de mis problemas».
Cuando los jóvenes cuentan con alguien que realmente se preocupa por ellos y sus vidas (aunque esta persona no esté todo el tiempo con ellos), es mucho más probable que superen sus dificultades.
Los jóvenes también necesitan oportunidades para interactuar con otros jóvenes, realizar actividades recreativas, como deportes, y tratar a los demás —y ser tratados— con bondad, respeto y afecto.
¿Qué pueden hacer las iglesias para ayudar?
- Entender: Pasar tiempo con los jóvenes para averiguar cuáles son los problemas que afectan sus barrios y las presiones bajo las que se encuentran.
- Ser mentoras: Estar dispuestas a escuchar con amor y sin juzgar, utilizando habilidades básicas de mentoría, como la empatía y la escucha activa.
- Capacitar: Promover la resiliencia económica a través del apoyo a la educación, actividades de formación técnica, y la realización de proyectos para desarrollar medios de vida.
- Crear espacios: Proporcionar espacios seguros donde los jóvenes puedan socializar y pasar momentos de ocio juntos. Esto ayudará a infundir confianza y les dará la oportunidad a los jóvenes de relajarse, hablar y apoyarse mutuamente.
- Dar esperanza: Donde hay violencia, recriminación y culpa, Jesús ofrece amor, paz, perdón y esperanza. Esto puede cambiarles la vida a los jóvenes, a medida que despliegan sus alas y aprenden a volar.
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