¿Qué es la resiliencia?
La resiliencia es la capacidad de una persona o comunidad de hacer frente al estrés y desenvolverse bien, incluso en circunstancias apremiantes, como guerras, desastres o enfermedad.
Las personas resilientes por lo general no permiten que las dificultades que enfrentan definan quiénes son. En su lugar, pueden ver más allá de la situación y considerar los malos tiempos como algo pasajero, no permanente. Pueden adaptarse y ajustarse a las nuevas circunstancias y desarrollarse plenamente.
En las comunidades resilientes, los habitantes se unen y se ayudan durante tiempos difíciles. Su deseo de compartir recursos y ofrecer apoyo a los más vulnerables los ayuda a recuperarse. La resiliencia se fortalece a través de una buena comunicación y al establecer acuerdos sobre lo que debe hacerse ante una emergencia.
¿Se puede aprender la resiliencia?
Sí. La buena noticia es que todos podemos volvernos más resilientes y ayudar a que los demás también lo sean. A continuación, damos algunas ideas sobre cómo lograrlo, adoptando actitudes sanas en cinco aspectos de la vida que se relacionan entre sí: el espiritual, físico, emocional, mental y social.
Espiritual
La fe nos ayuda a mantener la perspectiva y actúa como ancla cuando nos sentimos desbordados (ver Hebreos 6:19).
Ser parte de una comunidad de fe nos otorga una identidad y nos da esperanza para el futuro; también nos reconforta y brinda ayuda práctica y apoyo mutuo.
Físico
El ejercicio nos ayuda a descargar tensiones y estrés y nos vigoriza física y mentalmente. Puede reducir el riesgo de que suframos depresión, nos permite dormir mejor y nos abre las puertas a que conozcamos gente. Pasar tiempo disfrutando de la creación de Dios, y en contacto con ella, también puede mejorar nuestro bienestar; por ejemplo, al admirar la belleza de una puesta de sol, o sembrar semillas y verlas germinar.
Comer alimentos saludables, como frutas y verduras, nos brinda la energía que necesitamos para enfrentar las dificultades que surgen cada día. También permite que nuestros cuerpos estén mejor preparados para combatir enfermedades.
La mayoría de los adultos necesitan dormir entre siete y nueve horas para funcionar óptimamente. Dormir nos permite revitalizar la mente y el cuerpo, y nos ayuda a mantenernos sanos. No dormir lo suficiente puede afectar negativamente nuestro estado de ánimo y niveles de concentración y de energía, además de nuestras relaciones.
Emocional
Las emociones, como la tristeza, la alegría, la ira y el miedo, son una parte importante de ser humanos. No expresar nuestras emociones o expresarlas de formas negativas puede ser dañino y destructivo para nosotros mismos y las personas que nos rodean.
Ser sinceros con nosotros mismos acerca de nuestros sentimientos y hablar con personas que sepan escuchar puede ser de gran ayuda.
Mental
Las actividades creativas e intelectualmente estimulantes ayudan a que nuestra mente se mantenga alerta y en forma. Entre ellas, se incluyen el estudio, los juegos, la danza, las artes dramáticas, el canto, la pintura, la lectura y la escritura.
Social
Juntos somos más fuertes. Las relaciones sanas nos dan la energía que necesitamos para afrontar las dificultades normales de la vida y también para ayudar y apoyar a los demás.
Cuando surgen conflictos, es importante resolverlos sin demora. Los conflictos no resueltos pueden provocarnos ansiedad, depresión y llevarnos a adoptar comportamientos poco útiles. Debemos estar dispuestos a pedir perdón cuando nos equivocamos, a perdonarnos y a perdonar a los demás.
Podemos demostrar nuestro aprecio por una persona diciéndole lo que nos gusta de ella. Los niños y las niñas en particular necesitan motivación y aceptación. Muy a menudo se les habla con dureza y se los trata con violencia. Esto destruye su autoestima y su confianza en los demás.
El amor, la bondad, la consideración, la mansedumbre y el dominio propio son todos aspectos importantes de las relaciones sanas.
Utilice el siguiente póster para que todos recuerden los diferentes pasos que pueden dar para crear resiliencia.