Los problemas de salud mental varían desde una leve angustia a una enfermedad grave e incapacitante. Con el tiempo, y el apoyo y tratamiento adecuados, muchas personas se recuperan plenamente. Otras, en cambio, necesitan ayuda a largo plazo para vivir con su enfermedad.
Las terapias psicológicas (terapias habladas) suelen ayudar. Mediante la conversación, los terapeutas ayudan a las personas a entender cómo sus pensamientos pueden provocar emociones y comportamientos negativos. También sugieren estrategias para el autocuidado, entre ellas, evitar consumir alcohol, ingerir alimentos saludables y practicar técnicas de relajación.
Los medicamentos, como los antidepresivos y estabilizadores del estado de ánimo recetados por médicos psiquiatras, también pueden ser beneficiosos en algunos casos.
Ansiedad
La ansiedad ocurre cuando las preocupaciones o el miedo nos abruman y no los podemos controlar. Entre sus síntomas, se incluyen desasosiego, dificultad para dormir o concentrarse, tener náuseas y dificultad para respirar, mareos y aceleración del pulso.
Entre los trastornos de ansiedad, cabe mencionar los siguientes:
- Trastorno de estrés postraumático: en general, suele ser desencadenado por un acontecimiento aterrador que puede revivirse en pesadillas o recordarse vívidamente. Las personas que lo sufren pueden sentirse más enojadas y molestas que de costumbre.
- Fobia: consiste en el miedo abrumador hacia un objeto, un lugar, una situación o un animal.
- Trastorno obsesivo compulsivo: consiste en pensamientos negativos no deseados que provocan que una persona adopte comportamientos repetitivos con el fin de aliviar su ansiedad.
Depresión
La depresión ocurre cuando los sentimientos de tristeza persisten durante semanas o meses. Cuando una persona tiene depresión, se le hace difícil sentirse mejor, aunque haga cosas que por lo general mejoran su estado de ánimo.
Otros síntomas pueden ser, mostrar desinterés en las actividades cotidianas, irritabilidad, impotencia, cansancio, dificultad para dormir, pérdida de apetito, y dolores y achaques. Si la depresión es grave, la persona que la sufre puede querer autolesionarse o experimentar pensamientos suicidas.
Hay muchas formas distintas de depresión, a saber:
- Depresión posnatal: bajo estado de ánimo, agotamiento y sensación de impotencia después de dar a luz.
- Trastorno bipolar: episodios de depresión seguidos de períodos de intensa actividad y energía.
Esquizofrenia
Se trata de una enfermedad crónica grave que dificulta poder distinguir los pensamientos e ideas de la realidad.
Entre los síntomas, se incluyen alucinaciones (oír o ver cosas que no existen fuera de la mente de la persona), pensamientos confusos, pérdida de interés en las actividades cotidianas, deseo de evitar a la gente y descuido de la higiene personal.
Ataque de pánico
Se trata de un episodio repentino de miedo intenso que desencadena una reacción física severa, como pulso acelerado, sensación de desmayo, náusea, dolor en el pecho y falta de aire.
Los ataques de pánico pueden ser aterradores, pues la persona puede creer que está perdiendo el control, teniendo un ataque al corazón o, incluso, muriendo.
Cómo prestar ayuda
Si alguien está sufriendo un ataque de pánico, mantenga la calma. Tranquilice a la persona diciéndole que usted está a su lado, que ya pronto pasará y que se encuentra a salvo.
Pregúntele si desea ir a otro lugar y recuérdele que respire.
Una vez concluido el episodio, es posible que la persona no quiera hablar de lo ocurrido. Déjese guiar por la persona y responda con empatía y compasión.
Los ataques de pánico no son peligrosos y suelen durar unos 20 minutos. No obstante, es posible que la persona necesite atención de urgencia en los siguientes casos:
- el dolor en el pecho se extiende a los brazos o los hombros,
- los síntomas se prolongan durante más de 20 minutos y empeoran,
- la falta de aire no se pasa.
Para más información sobre las enfermedades mentales, visite www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-disorders