Dios creó los alimentos para nutrir nuestro cuerpo, darnos placer y afianzar nuestras relaciones al compartir las comidas.
En la Biblia, Dios le dice a su pueblo que celebre las fiestas alrededor de la mesa como parte de su adoración (por ejemplo, Levítico 23). Usamos el alimento en nuestras celebraciones de la Santa Cena para recordar nuestra unión con Jesús (Lucas 22:19). Y esperamos la celebración de las bodas del Cordero cuando nosotros, la novia, nos uniremos a Jesús, nuestro novio, para siempre (Apocalipsis 19:9).
Relajarnos y disfrutar los alimentos
Cuando experimentamos ansiedad, pensamientos negativos, traumas o dolor, las sustancias químicas del estrés se liberan en nuestro cuerpo. Esto afecta nuestro sistema digestivo y nos impide digerir bien los alimentos o absorber los nutrientes que contienen. Al invitar a Dios a que nos acompañe en las comidas, podemos permitir que nuestros cuerpos se relajen y aprovechen al máximo lo que comemos.
A continuación, damos algunas ideas de cómo hacerlo.
- Dediquen un tiempo aparte para comer, y eviten distracciones como el trabajo, la televisión u otras cosas. Inviten a que Dios les acompañe.
- Preparen la mesa y los alimentos de forma atractiva.
- Siéntense cómodamente y agradézcanle a Dios por su reposo.
- Coman con las personas con las que disfrutan su compañía y agradézcanle a Dios por tenerlas en sus vidas.
- Pongan música de adoración de fondo o canten alguna canción juntos.
- Respiren hondo y despacio y reciban la paz de Dios.
- Agradézcanle a Dios por los alimentos que ha puesto en sus mesas.
- Coman despacio y disfruten los alimentos. Sientan los sabores, las texturas y la variedad de la creación de Dios que se hace presente en sus comidas.